¿Cómo se va a financiar esa ayuda a los que cobran menos?; esa era la pregunta que todos teníamos a la lengua cuando Rajoy anunció su (de momento) caballo de batalla electoral. Sin embargo, la respuesta no podría ser menos satisfactoria.
Decir que el sistema económico por si solo va a ser capaz de absorber esa reducción de los ingresos por ‘gracia divina’ es casi peor que no decir nada. Pero en ambos casos, el efecto es el mismo: los ciudadanos dudan ya, apenas 62 horas después del anuncio, sobre su viabilidad.
La respuesta no debería haber sido la más concreta del mundo, con algún pequeño dato para contentar a los periodistas, con un simple “ya tenemos pensado como cubrirlo” hubiera valido para calmar a los votantes… pero no, la respuesta ni siquiera va por este camino.
Y es que, decir que la economía va a ser capaz de hacer frente al hecho de que se deje de ingresar el IRPF de siete millones y medio de personas suena, a priori, realmente difícil.
Acebes (el encargado de ‘calmar’ a las bestias) dice, por ejemplo, que esto permitirá incrementar la creación de empleo. Pero claro, esto sólo servirá para mitigar el descenso de recaudación si estos nuevos trabajadores tienen sueldos dignos superiores a esos 16.000 euros, si no, de poco servirá.
También afirma que se gastará más, y, por lo tanto, se recaudará más por otras vías. Pero claro, si estos ciudadanos viven tan ahogados, poco dinero tendrán para dedicar al consumo.
Poniéndonos perniciosos, se podría incluso advertir al hecho de que esta medida podría incentivar que los empresarios se aprovechen de ella para, si bien no reducirlos, si congelar los salarios de los trabajadores.
Todas estas dudas, y muchas otras que surgen ahora, se podrían haber evitado si Acebes hubiera dado otro tipo de respuesta. Pero no lo hizo.
Si (
No(
