"Más de 2,3 millones de personas votaron ese día", ha recordado el president. Y ha insistido en varias ocasiones en que, tras esa decisión, sólo queda un camino: que las elecciones catalanas previstas para el próximo 27 de septiembre se conviertan realmente en un plebiscito "sobre el futuro político de Cataluña".

Lo que pretende Mas es que tras esas elecciones se sumen por un lado los escaños de los partidos independentistas y por otro los de las formaciones no secesionistas. En caso de que las fuerzas separatistas tengan más diputados, aunque no más votos, cosa que puede ocurrir por aplicación dela Ley Electoral, el presidente de la Generalitat plantea declarar la independencia de Cataluña en un plazo de más o menos 18 meses.

Ese es el famoso plebiscito que pretende Mas. Pero en los últimos tiempos se ha dudado de que el plan de Mas llegue a buen puerto. El propio president ha dado ha entender que podría posponer las elecciones. Y es que para esa aventura, cuenta con escasos compañeros de viaje. Los socialistas, Ciutadans y, evidentemente, el PP rechazan el carácter plebiscitario de las elecciones.

Y lo que es peor, a Unió, el socio de Mas, tampoco le gusta la música que suena. Los democristianos están inmersos en una profunda crisis interna cuyo desenlace se conocerá el domingo. Ese día se celebrará una consulta interna que permitirá saber si la militancia de Unió está o no a favor de la independencia.

Si resulta que los de Unió no son independentista como pretende su jefe de filas, Josep Antoni Duran, Mas tendrá un problema añadido a su difícil relación con ERC. el único partido que secunda abiertamente que el 27 de septiembre se celebre ese plebiscito disfrazado de elecciones autonómicas.

La relación entre CDC y ERC es tensa, porque al fin y al cabo, ambos partidos compiten por un mismo electorado y es muy posible que tanto Mas como Oriol Junqueras salgan muy tocados de esos comicios incluso aunque la victoria sea en conjunto para los partidos independentistas, ya que éstos se presentarán muy divididos a los comicios.

Además, no hay que olvidar que Podemos puede irrumpir con fuerza en el Parlament dando al traste con el plan de Mas. Una posibilidad que cobra cuerpo después de que Ada Colau se haya convertido en la nueva alcaldesa de Barcelona.

Pero los problemas del president no se acaban ahí. El Constitucional en su sentencia de hoy se ha limitado a declarar que la organización del 9-N escapaba a las competencias de la Generalitat y, por tanto, fue inconstitucional. Pero a Mas y a dos de sus conselleras, Joana Ortega e Irene Rigau, les queda aún por saber que dirá la justicia ordinaria sobre las querellas que se interpusieron contra ellos por organizar esa consulta. Y esos procedimientos podrían acabar con condenas de inhabilitación e incluso con penas de prisión.


Lea también:

- El TC declara inconstitucional la consulta alternativa del pasado 9-N en Cataluña