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Del ‘discreto’ Alonso al ‘azote’ de Rubalcaba

Del ‘discreto’ Alonso al ‘azote’ de Rubalcaba

lunes 17 de diciembre de 2007, 11:58h
En dos años de mandato, José Antonio Alonso consiguió lo que casi nunca antes logró un ministro de Interior: ser calificado de ‘notable’ por los sindicatos policiales. En abril de 2006, Alonso fue sustituido en esta cartera por su correligionario Alfredo Pérez Rubalcaba, quien, a su vez, consiguió lo que sólo otros dos ministros (José Luis Corcuera, del PSOE, y Jaime Mayor Oreja, del PP) habían conseguido: ser calificado de ‘azote de policías’. En definitiva, en casi cuatro años de Gobierno socialista el Ministerio del Interior ha tenido muchas más sombras que luces.

Es un gesto que sólo puede calificarse de ‘burlón’`, Pérez Rubalcaba acaba de llegar a un acuerdo con los sindicatos policiales para reformar la Ley Orgánica de Régimen Disciplinario del Cuerpo Nacional de Policía. Pero, claro, ya no da tiempo para tramitarla en el Parlamento. Ése es uno de los grandes incumplimientos del Partido Socialista en materia de Interior. Ha habido otros, que han determinado que el sindicatio mayoritario en el Cuerpo (el SUP) haya declarado ‘conflicto colectivo’, algo que no suele ser muy frecuente en este Departamento.

Pero, dado que ha habido dos ministros de Interior, vayamos por partes. Rodríguez Zapatero nombró a su amigo José Antonio Alonso al frente de este Departamento pensando acaso que un juez sería la persona idónea. Probablemente estuviera equivocado, pero Alonso demostró un talante que fue muy bien valorado en el Cuerpo. Siguiendo el programa electoral, acabó con el nefasto Programa 2000 del inefable Juan Cotino y que le había dejado en herencia el Gobierno del PP, incrementó la plantilla policial en casi 10.000 efectivos y creó 300 nuevas plazas para la lucha antiterrorista, con un significativo aumento de detenciones de etarras e islamistas. Pero, por contra, no se metió a reformar el Catálogo de Puestos de Trabajo, es decir, el esqueleto del Ministerio en el que se contemplan las necesidades reales en cada lugar. Pero tampoco lo ha hecho Pérez Rubalcaba, que llegó al Ministerio en abril de 2006: para los policías, el retraso en esta reforma aparece como “inexplicable”, a lo que hay que sumar que tampoco ha conseguido acabar con los ‘conflictos de competencias’ y la descoordinación entre los distintos Cuerpos estatales y entre estos y los locales y autonómicos.

Alonso tuvo a su favor el ‘excelente’ acuerdo logrado con los sindicatos policiales en mejora de sueldos –aunque no llegó a la equiparación entre Cuerpos- y en condiciones de trabajo, y por primera vez en la historia policial un ministro incluyó en esas mejoras a los policías en segunda actividad. Como logro suyo se destaca la reorganización de los servicios de investigación y de información para adecuarlos a los nuevos tiempos.

Menos valor se ha dado a la creación del Centro Nacional Antiterrorista (CNA), ‘vendido’ como gran novedad al inicio del mandato socialista en Interior, ya que se creía en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que esa medida no fue más que un sucedáneo para dejar sin acometer las grandes reformas prometidas. Sin embargo, luego Pérez Rubalcaba sí puso algunos parches para completar una actuación hasta ese momento dispersa: por ejemplo, crear una sola Dirección General para Guardia Civil y Policía Nacional, tal y como iba anunciado en el programa electoral socialista y como veremos luego.

Alonso no se atrevió a meter mano en la reestructuración de la Guardia Civil. A saber: el reconocimiento y regulación del asociacionismo dentro del Cuerpo y la supresión del Código de Justicia Militar. Pero parte de la culpa de ese incumplimiento de objetivos la tuvo el entonces ministro de Defensa, José Bono. Pérez Rubalcaba, por el contrario, sí ha acometido esa reforma, aunque provocado, en buena medida, por la manifestación de guardias civiles del pasado mes de enero y ‘contrarrestando’ con el nombramiento de cuatro tenientes generales en la Guardia Civil. Lo nunca visto.

Pero ni Alonso, ni luego Pérez Rubalcaba han sentido la ‘necesidad’ de aprobar el nuevo Catálogo de puestos de trabajo que debería completar el Real Decreto 1599/2004, de 2 de julio, por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio del Interior, incluyendo, en su artículo 3, la estructura y funciones de la Dirección General de la Policía.

Es cierto que Rubalcaba, ya en septiembre de 2006 procedió a una auténtica ‘revolución’ en Interior, unificando, como hemos dicho, las direcciones generales de la Policía y de la Guardia Civil bajo el mando de Joan Mesquida; integrando en el mando único a los subdirectores de la Policía y la Guardia Civil; creando el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO); el Gabinete de Estudios de Seguridad Interior (GESI), y la Dirección General de Relaciones Internacionales y Extranjería, quitándole competencias en inmigración al Ministerio de Trabajo de Jesús Caldera. La ‘revolución’ llegaba a Interior en un momento clave de las negociaciones con ETA.
Aunque, también es cierto que esa reestructuración "de gran calado" no era "una novedad" porque, además de estar prevista en el programa electoral del PSOE, era el final de una tarea iniciada por el predecesor de Rubalcaba y actual ministro de Defensa, José Antonio Alonso: durante su mandato ya se crearon el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CENCA) y el Comité Ejecutivo del Mando Único de las Fuerzas de Seguridad (CEMU).

En esa ‘revolución’ se incluía el relevo del comisario general de Información, el polémico Telesforo Rubio, que llegó al cargo con el Gobierno socialista y que fue responsable de la custodia y supervisión de la mayoría de las pruebas de los atentados del 11-M. Pero, claro, Rubio fue responsable en el verano de 2006 de una polémica actuación: tardó casi tres días en informar al juez Fernando Grande-Marlaska de que se había producido un chivatazo a ETA. Luego se supieron otras cosas sobre el relevo de Rubio que no dejan en buen lugar al ministro.

Pero, a pesar de todo, las ‘sombras’ seguían intactas. Por un lado, todo lo relativo a la negociación con ETA, incluyendo el más que polémico episodio con sanguinario etarra Iñaki de Juana Chaos; por otro lado, abriendo un abismo en sus relaciones con el sindicato mayoritario de la Policía por sus incumplimientos programáticos.

En conjunto, a los responsables de Interior se les acusa de incumplimientos como no cambiar el nombre del Ministerio –estaba en el programa electoral, pero luego descubrieron que costaba mucho dinero-; incumplir el acuerdo llegado en 2005 de llegar a la equiparación salarial con los Mossos d’Esquadra –se llegó a un acuerdo con Alonso, pero Pérez Rubalcaba no lo asumió-; de incumplir las promesas de una Ley de Víctimas del Terrorismo, cuyas convocatorias paralizó Rubalcaba pese a que todo lo tenía dispuesto Gregorio Peces-Barba –y eso aún cuando creó la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, que ocupa José Manuel Rodríguez Uribes-, y, en definitiva, de crear ‘una gran cabeza de burócratas’ en el Ministerio pero olvidarse de los medios materiales.

En ese capítulo de medios, se le echa en cara a Rubalcaba los “nefastos” nuevos vehículos policiales; el que no haya cambiado la antigua arma reglamentaria –la Star 9 m/m modelo 28 PK- por la nueva más manejable y segura; la ‘imprevisión’ del DNI electrónico, que ha saturado las dependencias policiales y encrespado al ciudadano, y, desde luego, el seguir con la misma política de sueldos, incentivos y reparto de medallas que sus antecesores a los cuales se le compara –Mayor Oreja y Corcuera-. Bueno, se le culpa hasta de los nuevos uniformes de la Policía Nacional, que –es textual- “pierden el color a la tercera lavada”. A lo mejor eso pasa por comprar de saldo.
En fin, que los policías hablan de falta de medios materiales, de coordinación, de un sistema estadístico que es el mismo que el que existía con el PP en el año 2000, y por lo tanto sujeto a la misma falta de control y posibilidad de manipulación… y suma y sigue.

En la lucha contra el terrorismo islamista, el Ministerio del Interior ha respondido en términos generales, siguiendo las recomendaciones dadas por la Comisión de Investigación del 11-M en el Congreso de los Diputados: más efectivos para este tipo de lucha, incluyendo policías y guardias y hasta traductores. Y en este punto, la sentencia por la ‘masacre de Madrid’ ha dado un respiro al Gobierno y ha puesto en un aprieto a los que han venido defendiendo la tesis conspiracionista, que ha resultado totalmente falsa, como todo el mundo sabía.
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