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Igual que ellos

lunes 12 de febrero de 2018, 09:42h

Resulta curioso comprobar que para cierta parte de la sociedad todavía continuamos siendo “el segundo sexo”. Ya sea por ignorancia o por desconocimiento, algunos comentarios efectuados en redes y prensa tras la Gala de los Goya, dejan entrever un prejuicio tan rancio como pensar que las reivindicaciones feministas son de índole secundaria. En las grandes galas de premios se puede reivindicar sobre impuestos, la parte presupuestaría concerniente a la industria, la guerra, la política… pero no se debe atender a las reivindicaciones de género que atienden a los derechos civiles, sobre todo si conciernen a las mujeres. Para eso, cierto sector considera que hay otros espacios más adecuados… imagino que se referirán al corrillo de algún programa de cotilleo o la cola en la pescadería del economato.

Las reivindicaciones en cualquier materia surgen de unos datos y conjunto de realidades alarmantes que movilizan a activistas y colectivos de profesionales que se ponen manos a la obra para concienciar y promover modelos más equitativos. El día que esos datos se modifican de un modo que se sostiene a largo plazo y se constata la efectividad del cambio social en dicha dirección, entonces dichas “luchas” dejan de tener sentido. Un sentido tan justo en el caso del feminismo, como lograr el equilibrio de género a través de los distintos estratos profesionales y sociales. Lo que incluye por supuesto, la revisión del papel de la mujer en la cultura y el arte.

Hace años Hillary Clinton en un discurso pronunciaba una frase que he visto repetida en otras ocasiones a través de otras mujeres influyentes: “Los derechos de las mujeres son derechos humanxs”. El camino hacia la igualdad real es un derecho civil todavía por conquistar que en la actualidad no sólo nos empuja al cambio sino que inspira a otras mujeres que deben liderarlo en otras partes del mundo en las que todavía estamos sometidas e invisibilizadas.

Hoy quiero recordar a nuestros compañeros un par de datos (de entre otros muchos que tenemos) que demandan un cambio radical en nuestras estructuras laborales-sociales y que invitan a la reflexión de nuestros juicios y valores más enraizados. Empezando por la revisión de nuestra constitución que no contempla los derechos de las mujeres como tal (como lo hiciera la del 31) y que todavía, a día de hoy, sigue instrumentalizando como moneda de cambio entre votantes y partidos políticos, nuestros derechos más fundamentales.

Datos recopilados por las principales Asociaciones constituídas por mujeres en el mundo del arte, música y la cultura, como MIM, AMCE, MAV, CIMA… ponen de relieve la tremenda desigualdad que la mujer viene sufriendo. Y por supuesto, lo alarmante de la situación. Nuestra presencia en Juntas directivas en práctica privada como pública tanto en artes escénicas como en música y danza, no supera la horquilla del 8-12% del total. En SGAE sólo hay un 18% de autoras. La representación femenina en festivales Música se sitúa en torno al 10%. (Vayan ahora uds. a aplaudir a los 2/3 de grupos formados por hombres que copan los mayores festivales del mundo olvidando a las referentes femeninas.) Lo mismo que ocurre a las artistas plásticas, pintoras y escultoras olvidadas, que salvo en forma de desnudo, es difícil que vean su obra en Museos y Muestras de Arte Contemporáneo. Paso por alto los premios y el reconocimiento a nuestras mujeres al más alto nivel, ya que necesitaría un artículo a parte. Cada sector profesional tiene lo suyo. Y muchas más estadísticas, que no dejan de ser un fiel reflejo de la injusta realidad que viene acompañando a las mujeres a largo de toda la historia. Ya decía Virginia Wolf, que “anónimo, en el pasado, fue mujer”.

Quizá lo que llegue al pie de calle sea el feminismo en su versión más “instagramer” pero debajo de las capas más visibles se esconden los datos y las crudas realidades. Y detrás de esas realidades los patrones machistas sostenidos con el devenir del tiempo. Es el momento de concienciar, visibilizar para dentro de unos años dar cuenta del cambio habido a raíz de los movimientos feministas. No nos frenen. Apoyen la causa. Nos lo deben. A nosotras, a las precursoras, a sus madres, hijas y a sus futuras nietas.

Por último, no nos hablen de atender a criterios de excelencia en vez de a criterios de igualdad… ¿acaso entre los hombres no ha habido y hay políticos, artistas, directores, periodistas… mediocres que han llegado muy lejos? Para gustos los colores, señores.

I-GUAL-DAD. ¡Repitan conmigo! I-GUAL-DAD.

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