...y en esto, llegó 2007

Debo confesar, y perdón por esta confidencia personal, que entro en 2007 con una cierta tristeza en el alma. El último día de 2006 quedará registrado en la Historia de España como aquel en el que la prensa y los manifestantes se dividían. Unos se limitaban a culpar a ETA de lo acontecido el día anterior, la explosión en una terminal en Barajas que causó dos muertes, decenas de heridas leves y una tremenda desazón en millones de corazones. Los otros culpaban directamente al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que sin duda estará viviendo, en estas horas de tránsito de un año a otro, sus momentos más amargos desde que llegó al poder: algunos periódicos le llaman "irresponsable" en sus editoriales y los manifestantes convocados por la Asociación de Víctimas del Terrorismo piden a gritos su dimisión.
 
La división, y por tanto la discordia, caracterizaron las últimas horas de 2006, que ha sido, a mi entender, un mal año. En España ocurría lo que ocurría, y el mundo temblaba por causa de un vídeo. Mientras el Gobierno iraquí, sin duda alentado por Estados Unidos, difundía las tremendas imagenes de la muerte del dictador Saddam Hussein, los gobiernos europeos se horrorizaban ante la patente barbarie y la crueldad a la hora de matar al hombre que ejerció tan despóticamente el poder en Irak.
 
Así entramos en el nuevo año, con imágenes perturbadoras que no pueden borrar los programas de algo falsa alegría que nos regalan las radios y las televisiones. Mi última impresión del día fueron algunos actos inciviles en las manifestaciones, al menos en Madrid. Gentes iracundas culpaban a algunos medios de prensa de "manipular" y al presidente del Gobierno de haber llevado al país a una situación casi caótica.
 
Pero ¿es Zapatero el responsable de cuanto está ocurriendo? Y ¿estamos asomados al abismo del caos? Me parece que eso es precisamente lo que los locos de ETA pretendían con su atentado: mostrarle a Zapatero que su talante no les sirve y que sus lamadas a la negociación les parecen insuficientes. Parece que ganan los peores entre los peores en la banda del terror, los que rechazan el diálogo porque estan instalados en el horror y no son capaces de salir de él. Y ese puede que sea el gran pecado de Zapatero, el personaje más denostado en público en las últimas horas: no haber previsto que las únicas voces en ETA no son las que le ofrecían el pacto, sino que quienes acaban imponiéndose son los que basan sus razones en las pistolas y en la dinamita.
 
Así que el hombre que nos gobierna a todos los españoles no le queda ahora otro remedio que responder con dureza a la provocación de los terroristas, hacer de una vez autocrítica en lo que tenga que hacerla --que no, no ha sido él el culpable de que la banda colocase una bomba-- y aguantar el chaparrón de quienes patentemente están aprovechando este momento de debilidad para erosionar al poder socialista. Mal asunto este de afrontar el nuevo año tan enfrentados, pero ¿quién tiene la mayor parte de culpa de los enfrentamientos?