Hace pocos años, la izquierda protestaba porque los Gobiernos de Aznar buscaban el superávit en las cuentas del Estado –un dinero que debía dedicarse a mayor gasto social, decían-, y ahora, Zapatero alardea de que el ejercicio terminará con un 2 por ciento de superávit, el mayor de la historia. Quien hoy acusa a otro de no tener “patriotismo económico”, es Zapatero y el acusado, Rajoy por criticar la marcha de la economía y alertar que todos los datos pintan mal. Aquí, y no sólo en las filas de la izquierda, al que discrepa se le tacha de lo que sea para quitarle del camino. Los líderes exigen lealtades incondicionales sin asomo de crítica alguna y, tal vez eso responde al carácter español de blancos y negros, sin grises; de amigos y enemigos, sin tonos intermedios.
Ni los idiomas se nos dan bien a los españoles, y ese es uno de nuestros grandes déficit históricos, ni las matemáticas a los presidentes. Ninguno de los que hemos tenido sabían mucho de economía y eso les ha hecho cometer muchos errores. Suárez se apoyó en Fuentes Quintana; Felipe en Solchaga; Aznar en Rato; y Zapatero en Solbes, aunque en el fondo en quien quería apoyarse era en Miguel Sebastián, quien tal vez vuelva a la arena si gana de nuevo el PSOE. Y Rajoy ya veremos en quién confía, porque lo de su primo y el cambio climático no es para tranquilizar.
Somos los mejores, todo va bien y no hay porqué preocuparse, dice Zapatero. Lo mismo transmite Solbes, siempre sereno, aunque los datos de la calle les contradigan. ¿Somos nosotros los equivocados, nos falta patriotismo económico a todos o tal vez es que ellos cuentan a su manera? En sus declaraciones a “El Mundo”, Zapatero maneja las cifras de una manera cuando menos curiosa:“me he reunido nueve veces con Rajoy, el triple que Aznar conmigo, luego he multiplicado por tres la voluntad de diálogo”. Es una manera de contar y no atender a los resultados.
El presidente del Gobierno ha llamado a una alianza de todos contra el PP para evitar el triunfo del “partido del miedo” y de una derecha “impúdica y desvergonzada”. En medio de este baile, Durán Lleida que suele ser una voz sensata en medio de tanta crispación, acaba de decir que “la palabra de Zapatero no tiene ningún valor. Si cotizara en bolsa sería un elemento más de incertidumbre económica”. A pesar de lo que dice Durán, el problema del futuro inmediato, tal como apuntan las encuestas va a estar en las sumas y las restas que habrá que hacer para formar Gobierno. Y en eso, de momento, las cuentas de Zapatero ganan a las de Rajoy: sin mayorías absolutas, ZP lo tienen mucho más fácil que Rajoy. Aunque el precio a pagar sea muy elevado, tal vez demasiado.
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