Las casi ocho hectáreas salpicadas de altos árboles de la Quinta de Fuente del Berro se riegan en el siglo XXI con agua regenerada. No obstante, durante siglos las plantaciones de esta antigua finca se nutrieron de la que procedía de la fuente que le da nombre. Un elemento tan preciado por su calidad que diferentes monarcas ordenaron llevar hasta palacio.

La Quinta de la Fuente del Berro es hoy un Jardín Artístico de árboles frondosos, caminos sinuosos y rincones recoletos. Sin embargo, es testigo de al menos cuatro siglos de historia marcados por su famosa agua durante los cuales ha sufrido diversas transformaciones.
La primera noticia que se tiene de este singular espacio verde ubicado en el actual distrito de Salamanca -entre las calles del Alcalde Sainz de Baranda, Enrique D´Almonte, Los Peñascales y la M-30- data de la primera mitad del siglo XVII. La quinta, cuyo dueño era el aristócrata Bernardino Fernández de Velasco, estaba compuesta por casa, huerta, jardines, palomar, estanques y cuatro fuentes, ya que era un lugar abundante en aguas.

De entre todas las fuentes destacaba la del Berro por ser considerada durante mucho tiempo hasta que el entorno se fue urbanizando con la expansión de la ciudad como la de mejor calidad de Madrid. En un primer momento, abastecía los jardines y la huerta de los diferentes dueños de la finca que se fueron sucediendo y también era de uso público.
Pero en 1868 la monarquía ordena que sólo le sirviesen agua procedente de la Fuente del Berro e incluso algo después Carlos III ordenó la construcción de una casilla que encerrase el surtidor, que pasó a llamarse Fuente del Rey, lo que acarrearía problemas de abastecimiento para la finca.

La fuente recibió atención por parte de Patrimonio Real hasta principios del siglo XX, pero la reducción de la calidad de sus aguas y algunos problemas de contaminación hicieron que el Consejo de Administración del Patrimonio de la República la cediese en 132 al Ayuntamiento al considerar que había perdido su valor. De esta manera, la fuente ya no sería llamada del Rey y volvería a ser de uso común, que es como ha llegado hasta el presente.
Estilo paisajista
En la actualidad la Fuente del Berro, que se sitúa fuera de la tapia de la Quinta, ve pasar el tiempo en soledad, muy al contrario de su glorioso pasado en el que la gente e incluso la monarquía se disputaban sus aguas. Junto a ello la quinta también ha sufrido infinidad de cambios que hicieron que sirviese de huerto-jardín, de alojamiento para monjes o que pasase una época de decadencia entre los siglos XVIII y XIX, cuando predominó el carácter agrícola frente al recreativo.

Ahora bien, a finales del XIX comienza a resurgir la Quinta de la Fuente del Berro en todo su esplendor. Así, su marcada geometría va desapareciendo y el terreno comienza a ordenarse al estilo paisajista, moda que se impuso en el siglo anterior en Inglaterra y que llegó con un poco de retraso a España.
En ese momento, en los últimos años del siglo XIX, la Quinta Fuente del Berro ya contaba con su romántica cascada, los puentes rústicos y los paseos de trazados curvilíneos acogiéndose así a la moda de crear en las urbes espacios que recordasen a la naturaleza y en los años 20 del siguiente siglo, cuando es propiedad del matrimonio holandés de los Van Eeghen alcanza uno de sus momentos más gloriosos.

Años después, en 1948 el Ayuntamiento adquiere la Quinta, que no fue abierta al público hasta mediados de los años cincuenta. Desde ese momento todos los madrileños pueden acceder a uno de los parques con más encanto de la capital.
Hoy en la Quinta del Berro luce ejemplares de árboles destacables por su majestuosidad, como la imponente secuoya o el elegante laurel que han sido incluidos en el Catálogo de Árboles Singulares de Madrid. Junto a ellos una gran variedad de especies invita a recorrer sus caminos inesperados y escaleras irregulares, y a descansar en alguno de sus apacibles rincones.
Recuperar el esplendor
Devolver a este parque al esplendor que tuvo en sus mejores momentos es el objetivo de la rehabilitación que está llevando a cabo el Ayuntamiento desde 2006. Hasta ahora ha mejorado el estado de los caminos y la plaza del jardín situada en la entrada por la calle Enrique D'Almonte. También se rehabilitarán los muros que la encierran y otros elementos, como las balaustradas o escaleras.
Uno de los objetivos más ambiciosos de la reforma es crear un estanque rodeado de vegetación, a imitación del que existió, en la zona inferior del parque, ocupada en la actualidad por una explanada sin más. De esta manera, se pretende devolverle al agua toda la importancia que tuvo esta quinta en tiempos pasados.