No está acostumbrado el
Real Madrid a sentirse inferior. Si hay algo de lo que presume un madridista es que su equipo lucha hasta el final. Enorgullece. Pero, ¿qué ocurre cuando pasa lo contrario? Que escuece una barbaridad. Y de eso también saben los madridistas. Pasa muy pocas veces, menos que a ningún otro equipo. Por eso, también, duele más. El año pasado los repasos que el
Barcelona de
Hansi Flick metió al Real Madrid, cada vez que se enfrentaron, fueron la puntilla de
Ancelotti. ¿No han tenido ustedes ayer en la
derrota ante el PSG de Luis Enrique la misma sensación?
Ver a Dembélé, Fabián Ruiz, Vitinha o Kvaratskhelia parecía un espejo de los Rafinha, Lamine, Pedri o Lewandowsky en cualquier Barça-Madrid del año pasado. Y los parisinos no iban vendados, pero si corrían a otra velocidad y jugaban a otro fútbol, mientras que los Mbappé, Vinicius, Bellingham o Güler seguían esperando la pelota al pie y dejando un fútbol de salón insuficiente para la elite y que cabrea mucho a sus seguidores. El Real Madrid no puede jugar un partido donde en el minuto 20 ya se sepa que lo mejor que le puede pasar es que el árbitro pite el final.
Xabi Alonso aceptó el reto del Mundial de Clubes como parte de su aprendizaje. Lo hizo porque tenía muchas ganas de entrenar al Real Madrid, pero sin tiempo para cambiar casi nada. De hecho, las dudas sobre el vasco radican en la continuidad que ha ofrecido a mantener los tres jugadores arriba en perjuicio de dominar el centro del campo. La amplitud de los laterales es innegociable en su sistema, pero el pulso le tembló en la semifinal con sus dos grandes estrellas, Mbappé y Vinicius, que compartieron once con la mejor noticia de este nuevo Madrid, Gonzalo. Pero ahí fue su perdición. Es cierto que el partido arranca con dos errores individuales de difícil comprensión para la élite. Ni Rüdiger ni Asencio tuvieron su día con la velocidad de Dembélé, pero eso no es excusa. El Madrid pedía la hora desde el primer gol del PSG. En ningún momento de la semifinal hubo la sensación de que hubiera partido en Nueva York. Todo fue un despropósito.
¿Hay que dar tiempo a Xabi Alonso? Es de perogrullo. Sin embargo, también son lógicas las dudas. En esta temporada al Real Madrid se le va a exigir ganar la Liga y volver a pelear en Europa. Vamos, como todos los años. Pero la exigencia empezará muy pronto porque este partido ante el PSG va a tardar en olvidarse. Y el Mundial de Clubes se ha cobrado una parte del crédito con el que aterrizaba el tolosarra. Y eso no es nada bueno.