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Martes de primarias

jueves 07 de febrero de 2008, 05:31h

Los años de preparación de la maratonista Hillary Clinton previsiblemente le darán la victoria en la dura campaña de las primarias americanas. Le han permitido resistir la campaña apasionada de Barack Obama, que ha logrado inspirar no sólo a jóvenes, blancos y mujeres, además de afroamericanos, sino al mundo general en una manera que recuerda a John F. Kennedy. Más de un español ha suspirado, tras escuchar uno de sus discursos, por la oportunidad de votar a un candidato capaz de despertar tanta ilusión.

Clinton ha dedicado sus años de servicio como senadora a cultivar los poderes fácticos del partido demócrata y ahora cosecha los beneficios. Las elecciones primarias de los Estados Unidos habitualmente movilizan a los votantes más comprometidos con sus respectivos partidos, aquellos que conocen perfectamente la hoja de servicio de sus candidatos y como ha beneficiado a su estado, distrito y gremio. Estos votantes saben que Clinton ha trabajado duro para asegurar fondos para los tan denostados “intereses especiales” (intereses tan variados como los fabricantes de materia militar, 150 millones de dólares, hasta un millón de dólares para un museo que conmemore el festival de música de Woodstock, que se ubicará en una zona deprimida del estado de Nueva York). Estos votantes saben que Obama ha encabezado la lucha en el Congreso contra los intereses especiales.

Esto no significa que Obama sea un buenazo y Clinton una vendida. La senadora por New York aprendió la dura lección de “don’t buck the system” (no intentes luchar contra el sistema) cuando la bienintencionada propuesta de reforma de la financiación sanitaria en los primeros años de la presidencia de Bill Clinton, tan anhelada por millones de americanos, fue derrotada por los intereses especiales que se veían perjudicados. Hillary, tan idealista en el momento de proponer aquella reforma como lo es Obama ahora, aprendió entonces que no basta estar en posesión de la verdad, hay que tener bien asegurados los votos.

En unas elecciones primarias tan reñidas, ninguno tirará la toalla hasta que uno de los candidatos tenga la mayoría de los votos de los delegados electorales. El problema que tendrá el ganador será el de superar el rechazo inicial de los votantes de su contrincante, un rechazo que será fuerte en el caso de que Clinton sea la candidata demócrata. 

* Barbara Thomas es Médico norteamericana residente en España

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