No fue una inocentada. El azar quiso que la comparecencia de Elena Salgado, ministra de Sanidad y Consumo, en la Comisión legislativa correspondiente del Congreso para hacer balance de su gestión se celebrase el 28 de diciembre. Y, como no podía ser de otra manera, la ministra Salgado, dejó muy claro que está encantada con ella misma. Tan contenta se encuentra que no tiene reparos en reiterar que su gestión en el Ministerio es positiva y que ha conseguido mejorar la asistencia médica en España. No opinó lo mismo la oposición mayoritaria, protagonizada por el portavoz del PP Mario Mingo, que tuvo el acierto de recordar a la ministra el grado de incumplimiento de las promesas electorales, sin acritud, sin enfados, con esa caballerosidad que le caracteriza. Mingo, recordó que el Partido Popular y él mismo le ofreció un pacto de Estado del que todavía no ha recibido respuesta.
Como tampoco podía ser de otra manera, la ministra aprovechó su comparecencia en el Congreso para hacer alguna advertencia, que no amenaza. Algo habitual en ella. Salgado anunció que van a revisar la regulación sobre la receta médica, pero no sólo la receta del sistema de sanidad pública, del Sistema Nacional de Salud, sino también la receta privada. “Para evitar el fraude -según dijo-, para garantizar la seguridad de los pacientes y para evitar, por ejemplo, el consumo de antibióticos no recomendados”. No detalló los medios que va a dedicar para denunciar a los clínicos que ejercen la medicina privada y que no se ajusten a sus parámetros. Es una clara advertencia a estos profesionales liberales que se abstengan de recetar a diestro y siniestro. Imagino o mejor dicho, quiero imaginarme, que el presidente de la Organización Médica Colegial, Isasio Siquero, pedirá explicaciones a la ministra cuando se entere de este desaguisado. Seguro que su antecesor en el cargo, Guillermo Sierra, ya lo habría hecho.
Al margen de este despropósito, normal por otra parte desde que se hizo cargo del Ministerio de Sanidad y Consumo hace ya dos años y medio, Elena Salgado recordó a los diputados que en este tiempo ha sido la artífice de cinco leyes (tabaco, creación del Consejo General de Colegios de Ópticos, Reproducción Humana Asistida, Garantías y Uso racional del Medicamento y Mejora de la Protección de Consumidores y Usuarios) y tiene en marcha varias más, como la ley de investigación biomédica y la ley de prevención del consumo de bebidas alcohólicas por menores, así como el baremo de daños médicos.
De las leyes aprobadas hasta ahora, sólo una concitó el consenso con la oposición: la del tabaco. Es de justicia mencionar que, gracias a la colaboración de Mario Mingo y de Jordi Xuclá, portavoz Convergencia i Unió, se mejoró de forma extraordinaria el contenido de la ley, aunque sigue siendo una norma coercitiva y con escasas connotaciones sanitarias que se está traduciendo en un grado de incumplimiento elevado.
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