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Diálogo como fin

Diálogo como fin

jueves 11 de enero de 2007, 19:26h

“El diálogo es la solución” es posiblemente la frase más repetida en los últimos tiempos. “Por la paz y el diálogo” es el lema de la manifestación convocada por el PNV a la que se sumó el PSOE y, ahora, también Batasuna. La vicepresidenta Fernández de la Vega, en los desayunos de Europa Press, puso el diálogo encima de la mesa como una de las actitudes que más diferencian al Gobierno de Zapatero del de José María Aznar. Rajoy ha sido invitado a dialogar varias veces en La Moncloa, muchas más que las que Aznar convocó a Zapatero como jefe de la oposición.


La Conferencia de Presidentes es un nuevo ejemplo de diálogo sobre asuntos capitales como la inmigración o el agua, dos de los grandes problemas de la España de hoy. El presidente, pese al fracaso cosechado, no cierra la puerta a un nuevo diálogo con ETA y apuesta por el “final dialogado de la violencia”. Zapatero, que a veces confunde atentado con accidente, es el presidente del diálogo.

Juan Pablo II decía que “el diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana”. Pero ¿que es el diálogo y para qué sirve? El Diccionario de la Real Academia de la Lengua tiene cinco acepciones. Las tres primeras son “conversación entre dos o más personas que se intercambian el turno de palabra”, “discusión de distintos puntos de vista para intentar lograr un acuerdo o un acercamiento entre posturas” y “género literario en que se finge una conversación o discusión entre dos o más personajes en que se exponen ideas opuestas”.

¿Cuál de ellas práctica el presidente Zapatero? Algunos expertos señalan que un buen diálogo requiere respetar al otro, hablar en tono adecuado, no hablar los dos a la vez, escuchar antes de responder, pensar en los argumentos del otro y valorar y admitir sus opiniones. ¿Es posible dialogar con monólogos sucesivos? ¿Es inherente al diálogo el objetivo de buscar un acuerdo o puede considerarse el diálogo como un fin en sí mismo?

Así, a vuelapluma, parece que cuando Zapatero dialoga con Rajoy, el objetivo de ambos, especialmente el del presidente, no es buscar un acuerdo sino escenificar una actitud. Alguien decía que “la política de los gestos es la antesala de la política de los hechos”, pero visto lo visto, tiene más razón quien dice que “la política es puro teatro”, escenario, bambalinas, efectos...

Cuando alguien se manifiesta “por la paz y el diálogo”, ¿con quién quiere dialogar: con ETA o con las fuerzas democráticas? Cuando se convoca a los 17 presidentes autonómicos para llegar a acuerdos sobre la inmigración y el agua, ¿alguien cree que es posible solucionar asuntos tan complejos en unas horas, con un par de monólogos por persona, sin un trabajo previo ni otro posterior? Se me olvidaba decir que las otras dos acepciones de “diálogo” en el diccionario de la RAE son “diálogo de besugos” y "diálogo de sordos”.... Sabios académicos.

 

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