Las relaciones entre
José María Aznar y
Felipe González nunca fueron buenas, ni en sus tiempos en activo como presidente uno y jefe de la oposición el otro (ambos ocuparon los dos puestos), ni después. Y en la noche de este jueves volvió a ponerse de manifiesto.
Fue en el funeral de Estado por otro expresidente,
Leopoldo Calvo-Sotelo, en el que ambos se dieron cita -también estuvo el actual titular a la cabeza del Ejecutivo,
Zapatero- y donde había expectación y cierto morbo respecto a si se saludarían o no.
Además, por cuestiones de protocolo, ambos estuvieron juntos, separados por
Carmen Romero, la esposa de Felipe. Y, como no podía esperarse de otra manera, porque los dos son educados y el acto obligaba, hubo saludo y estrechamiento de manos. Eso sí, con enorme frialdad y sin conversación ni intercambio de palabra.
Claro que, según testigos presenciales, no hubo mucha mayor cordialidad tampoco en otro saludo esperado, el de Aznar y su sucesor, elegido por él, al frente del PP, y actual líder de la oposición,
Mariano Rajoy. En fin, lo escrito: protocolo, educación y frialdad.