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Partido por Rajoy

miércoles 14 de mayo de 2008, 07:56h
            He tratado en los últimos días de no entrar a dilucidar las causas de la crisis que afecta al partido popular, porque son muchas y muy variadas, algunas de gran trascendencia por afectar a la orientación ideológica, otras por referirse a un porcentaje importante de la militancia; otras, finalmente, porque afectan a personajes del partido que constituyen la estructura maestra de la organización, indispensable cuando no existe un liderazgo fuerte e indiscutido como fue el de Aznar que, sin embargo supo rodearse de los Alvarez Cascos, Rodrigo Rato, Ana Pastor o Loyola de Palacio, por citar algunas de las figuras de gran peso político en las que supo apoyarse el entonces presidente del partido y que posteriormente llevaría al Gobierno.

            Pero Rajoy, que lleva sobre sus espaldas dos derrotas electorales, ha preferido  mover todo el banco, prescindiendo no solo de quienes han protagonizado la etapa anterior de dureza y enfrentamiento, lo que hay que entender como normal si se pretende racionalizar y moderar la labor de oposición al gobierno, sino de toda una generación de políticos con experiencia y prestigio, descartándolos expresa o tácitamente de su equipo o con la duda de si contará con ellos, lo que aún es más irritante para los afectados.

            Simultáneamente, se han nombrado los ponentes que han de elaborar los documentos que serán sometidos al próximo congreso del partido en relación a las líneas ideológicas y políticas sectoriales que marcarán la actuación de los populares en los próximos años. Y si bien por las personas designadas no parece que Rajoy pretendiera introducir cambios sustanciales en lo que ha venido siendo el conjunto doctrinal del partido popular en la última década, algo ha debido ocurrir cuando personas muy significadas han mostrado su desacuerdo con el desarrollo de esta fase precongresual. La última y sonada, el abandono de la ponencia política de Maria San Gil que aunque, según los otros dos ponentes, ha visto recogidos en el texto sus opiniones, habrá considerado que o no es así o que  el dominio de los resultados del congreso que al parecer ha conseguido Rajoy con el apoyo de los barones territoriales le permitirá aprobar las enmiendas al redactado de la ponencia.

            La personalidad de la presidenta del PP en el País Vasco,  personificación del rechazo a los nacionalismos y de entereza ante el terrorismo, ha suscitado reacciones entre otras personas destacadas del partido que van más allá  de un respaldo cariñoso a su compañera: porque lo que empieza a manifestarse en distintos ámbitos es que hay un desacuerdo con las maniobras del actual presidente para asegurarse la reelección, la de sus colaboradores y la aprobación de una nueva orientación política que permitiera, si concurriesen determinadas circunstancias en las posiciones del partido socialista, llegar a acuerdos en políticas de Estado. Y si nadie puede reprochar a Rajoy que persiga tales objetivos, sí que se está cuestionando sus métodos de allegarse los apoyos y deshacerse de posibles rivales o simples detractores.

            Hizo bien el presidente de los populares en anunciar su propósito de optar a la reelección  para evitar maniobras desestabilizadoras. Pero a partir de aquél momento, ha equivocado el rumbo, quizá preocupado por afirmar su  débil liderazgo. Sus últimas decisiones e indecisiones, declaraciones y silencios, pueden llevar al partido popular a una situación de coexistencia inestable de principios, estrategias y sectores: un serio peligro para la opción política conservadora.  
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