"Indianas" de andar por casa

En el último “Indiana Jones”, Harrison Ford vuelve a pelear en las pantallas contra las fuerzas del mal para conseguir localizar la calavera de cristal. El arqueólogo más famoso de todos los tiempos _ y que me perdonen Albright o Howard Carter- ha hecho famosa esta actividad científica en el mundo, aunque en una versión muy particular: con sombrero de ala ancha, látigo y un pistolón al cinto. El espíritu aventurero que exhibe tiene, sin embargo, muy poco que ver con la realidad: así lo están denunciando estos días los auténticos profesionales de la arqueología. Según cuentan, su vida y la del celuloide tienen muy poco que ver.

Por cada hora de trabajo en el campo, los arqueólogos pasan tres en tareas menos “aventureras”: laboratorios o gabinetes. “En realidad, la aventura no está en correr con látigo y un sombrero, está en conseguir fondos”, relataba recientemente a un periódico argentino un grupo de arqueólogos de ese país. Y aquí, la situación es muy similar. Amén de que el físico tampoco se corresponda en muchas ocasiones con el arquetipo creado por la gran pantalla, hay otras muchas carencias en la vida de estos profesionales que ahora quieren denunciar, aprovechando el tirón mediático del estreno del último “Indy”.

Por ejemplo, dicen, los profesionales del gremio no pertenecen a ningún sector porque su trabajo no está reconocido como tal: carecen de convenio específico que regule su situación laboral. Traducción: escarban entre rocas, cepillan subsuelos, localizan restos o criban toneladas de tierra en busca de dientes de roedor –una de las tareas que se desarrollaron, por ejemplo, en las obras de soterramiento de la M-30_ con “contratos basura, despidos improcedentes, incumplimiento de las normas de seguridad e higiene y abuso de la figura del falso autónomo”.

Sueldos por debajo de los mil euros, contratos por obra que duran años, y temporalidad son otras de sus quejas. Amparados por el glamour del momento, y por el hecho de que Indiana Jones ponga de nuevo a la arqueología de moda, sus profesionales quieren arañar mejoras laborales que, pese a sus esfuerzos, hasta ahora no son sino tesoros por descubrir.