El mayoritario voto por el "Sí" al estatuto de autonomía en los departamentos bolivianos de Beny y Pando, el último domingo, se suma al triunfo autonomista de Santa Cruz, el pasado 4 de mayo, y agrava la crisis política en Bolivia.
Si el próximo 22 se impone, como se avizora, el voto de Tarija por las autonomías, cuatro de nueve departamentos completarían su pronunciamiento a favor de estas.
Aunque el Gobierno de Evo Morales ha argumentado que esa aprobación popular carece de carácter vinculante, porque las autonomías no se hallan contempladas en la Constitución, cerrar los ojos a la decisión ciudadana en las urnas equivale a entrar a un callejón sin salida política, con el riesgo de una escalada de violencia. El reclamo autonomista de los departamentos del occidente boliviano, que concentran los mayores recursos naturales y financieros, es una reacción contra el centralismo, que se refuerza con la Constitución de corte estatista aprobada en la Asamblea Constituyente, en un cuestionado proceso, por la mayoría oficialista del Movimiento Al Socialismo (MAS), sin presencia de la oposición. La única salida del empantanamiento político es el diálogo entre el Gobierno y los dirigentes de los movimientos departamentales, a fin de procesar las diferencias y buscar acuerdos mínimos, para la modificación del texto constitucional, y un reconocimiento a las necesidades de transferir competencias desde el Gobierno central a las regiones que buscan sus propias formas de administración
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