El presidente Omar Torrijos fue el pasajero de los últimos 10 vuelos del helicóptero SAN-100, apodado El Viejo en honor a su edad y a su primer pasajero, el padre del actual mandatario panameño. La nave, según el director de Aeronáutica Civil, no necesitaba ninguna refacción de urgencia, y había cumplido con todos los protocolos de mantenimiento y tripulación.
A última hora, el helicóptero anunció un cambio en el plan de vuelo, y se dirigió al aeropuerto de Albrook para que sus ocupantes acudieran a una cita en el restaurante Miraflores del Canal de Panamá. Estuvo a punto de aterrizar en el hotel Miramar, apenas unos minutos antes.
La decisión funesta nunca lo es hasta el desenlace. Los pasajeros en la nave fueron el producto de una aleatoria combinación de jerarquías y capacidad del aparato. Viajaron los invitados y algunas de sus escoltas. Se quedaron en tierra los otros, que a esas alturas eran ya como viejos conocidos.
Los resultados de las pesquisas técnicas se sabrán dentro de algunos días, cuando los expertos de la fábrica canadiense analicen los restos de El Viejo, y dictaminen la causa del desastre. Mientras, el Ministerio Público ha sido autorizado por los médicos a preguntarle al único sobreviviente las causas del accidente, al consultar su estado psicológico que priva sobre el físico en estos momentos.