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Las medidas de la crisis

viernes 27 de junio de 2008, 13:06h
El Gobierno va a tomar, al fín, medidas frente a la crisis económica, y así lo ha anunciado el presidente con gran empaque y solemnidad a los medios, y próximamente, el miércoles que viene, en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, las dichas medidas no sólo llegan algo tarde, cuando el salario de los trabajadores se ha miserabilizado en proporción inversa a lo que sus deudas se han engrandecido, sino que parecen ser sólo eso, medidas, esto es, que la han medido y les sale ya, casi, el tamaño de una crisis, y no el de una "desaceleración" ni el de unas pocas "dificultades". Por lo demás, salvo la peregrina ocurrencia de que la gente pueda montar una empresa en veinticuatro horas (¿Con qué? ¿Para qué? ¿Para arruinarse más, si cabe?) y las tendentes a que se vendan más coches, nada o casi nada hay en esas medidas que puedan razonablemente reducir las otras, las espantables medidas o magnitudes de la crisis económica.

Habría una medida, empero, que aunque jamás tomará ningún gobierno en el sistema actual, tal vez pudiera ayudar a remontar la crisis, o sea, el mayor empobrecimiento de los pobres, pues para los ricos no hay crisis ni nada que se le parezca. La tal medida, de carácter bien equitativo, social y civilizado por cierto, tendría que ver con el establecimiento de un gravámen a los beneficios de la banca, que con crisis y sin crisis son descomunales, incluso más con crisis que sin ella.

Ese gravamen, impuesto, tasa o como se quiera llamar, supondría una insignificante retracción de los beneficios de los bancos, un quince o un veinte por ciento, que se destinaría a los subsidios del paro, a la creación de empleo, al estímulo de la obra pública y, lo que sería ya el acabose, a fijar precios "políticos", subvencionados, a los artículos de primera necesidad, tales como el pan, la leche, el aceite, la carne, el transporte, los libros o los pañales de los bebés. De ese modo, el rico sería rico de verdad (pues no sólo es rico el que da, sino que lo que no se da, se pierde) y el pobre lo sería un poco menos de veras, y eso, para España, sería mejor, infinitamente mejor, que ganar a Rusia.
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