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CRÍTICA TEATRAL

Boris Godunov: Espectadores como rehenes

viernes 19 de septiembre de 2008, 20:30h
La Fura dels Baus presenta en el Teatro María Guerrero hasta el 19 de octubre, Boris Godunov, un espectáculo inspirado en el dramático asalto al teatro moscovita de Dubrovka en el que murieron 140 rehenes. Aquella tragedia de 2002 se toma como argumento, aunque eliminando cualquier referencia temporal o geográfica. Así el drama cobra dimensión internacional.
Sobre la escena se representa la ascensión de Boris Godunov. Pero, transcurridos cinco minutos, una banda terrorista asalta el teatro. A partir de ese momento, y durante tres días, los espectadores reales son los rehenes. La Fura tiene el acierto de hacerlos partícipes pasivos del drama. En ningún momento los involucra directamente en la acción. Durante 140 minutos todos los presentes en la sala contemplan a los terroristas –insurgentes según ellos- y asisten cinematográficamente a las reuniones gubernamentales para resolver el conflicto. Solución que no puede ser más que dramática.

No puede ponerse ninguna objeción a la factura del espectáculo que dirige el equipo de la Fura. Su dominio de la puesta en escena es absoluto, así como el de las nuevas tecnologías que permiten seguir la acción en directo por todos los recovecos del teatro. Especialmente fascinantes son los momentos en los que se representa la obra del título. Pero a tanto alarde técnico le falta un poco de emoción, de conmoción.

Tópicos y arquetipos
Los personajes responden, seguramente con intención, a todos los tópicos sobre estas situaciones. Hay un terrorista sanguinolento y sumamente violento, hay otro cerebral que pretende negociar, hay un tercero que, aterrado por la dimensión de sus actos, quiere arrepentirse. Y hay una terrorista a la que solamente le mueve la venganza personal.  Una negociadora entra y sale sin acabar de definirse. Y luego está el gobierno que se debate entre la salvación de los rehenes y la inflexibilidad ante el terrorismo. Al final todos sabemos quien sale perdiendo.

El principal mérito de esta compañía es hacer hoy un teatro político, seguramente incómodo para muchos espectadores e instituciones, pero absolutamente pegado a la actualidad. No cabe decirse que del montaje se desprenda claramente una culpabilidad. Seguramente pretende que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones, que decida, ante lo que ha presencia, quién tiene razón. O quién ejerce el terrorismo más dañino. Ante tanta comedia, vodevil, musical o disparate teatral, se agradece el compromiso con los problemas que hoy y ahora aquejan a la Humanidad.
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