Caos en los servicios de inteligencia españoles - 15 junio 2007

Había conseguido hasta ahora don Alberto Saiz Cortés, director del Centro Nacional de Inteligencia, ex CESID, evitar el escándalo. O los escándalos que jalonaron el paso por el cargo de sus predecesores. Ahora, con la noticia del espionaje al presidente de Endesa, Manuel Pizarro, el espionaje español ha vuelto a salir al ruedo, tras haberse hecho pública, por El Mundo, la extraña noticia de que los servicios de inteligencia del Ejército de tierra habían elaborado un informe diciendo que etarras en Venezuela, México y la República Dominicana entrenaban a ‘colegas’ para que realicen atentados en España.

De ser cierta esta información, que nos desmienten, se demostraría que hemos vuelto al ‘pluralismo’ en la actuación de los servicios de inteligencia. Pero la verdad es que lo que se hace en las Fuerzas Armadas parece limitarse al ámbito de actuación en el interior de las FAS, no al exterior. O eso nos dicen: que el exterior es patrimonio exclusivo del CNI

El exterior…y el interior. Porque el espionaje a Pizarro, de ser como nos cuentan que es, que tiene aspecto de ser así, demuestra una conducta increíblemente aficionada por parte de los agentes sorprendidos ‘in fraganti’. Y peor aún son las exculpaciones del Centro, diciendo que los agentes no vigilaban a Pizarro, sino que estaban allí, casualmente, en otra misión.

No resultan extrañas las críticas que proliferan en el Centro hacia la actuación del director y su boato, de la jefa de gabinete y de prensa por sus automóviles, de la ‘número dos’ por su aparente inoperancia, del ‘número tres’ que se marchó por desacuerdosvarios y hoy está trasladado a Londres… No lo decimos nosotros: en el propio Gobierno, donde ahora ya no está Bono, el ‘padrino’ de Saiz, un ingeniero de Montes a quien en ‘la Casa’ llaman “el guardabosques”, hay muchas cejas arqueadas ante la trayectoria que está siguiendo el CNI, cuyos informes, reconocen privadamente, no son lo que deberían ser. Es decir, que aportan muy poco.