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Vargas Llosa y la Fiesta de los Chivos

viernes 05 de octubre de 2007, 09:22h

Mario Vargas Llosa es un gran escritor. Sensacional. Su libro “La Fiesta del Chivo” es un monumento literario. Tiene trama, está magníficamente bien escrito, no te permite dejar de leerla y tiene la moraleja de la victoria de la resistencia y la dignidad ante un dictador que no era más que un criminal y aunque la novela adolece de una mención a Galíndez, que hizo posible la desaparición de Trujillo, el dato no es más que la demostración del odio que tiene este gran escritor contra los nacionalismos. Y como no podía admitir que Galindez fue un luchador del PNV en favor de la libertad omitió gravemente hasta su existencia. Una existencia digna que explica lo que le ocurrió al sátrapa.

Pero un gran escritor puede ser también un gran imbécil. Un hombre inteligente para unas cosas puede ser un fanático para otras. Y Vargas Llosa lo es. No había más que verle el pasado sábado 29 de setiembre junto a Rosa Díez y Fernando Fernández Savater desvariar y despotricar contra los nacionalismos en esas fiestas de los chivos carpetobetónicas. Curiosamente un peruano nacionalizado español es el más español de todos los españoles y el que, además, quiere defender la esencia de la españolidad.

Vargas Llosa en su intervención dijo que PSOE había dejado de ser un dique en lo que a las presiones de los nacionalistas se refiere y dijo apoyar con ilusión al nuevo partido de los Díez-Savater llamado “Unión, Progreso y Democracia” tres bellas palabras que, juntas, en los labios de estos señores son solo un látigo para los nacionalistas llamados periféricos, no para el madrileño.

En esta fiesta de los chivos no podía faltar Albert Boadella hablando de las fantasías históricas de unas supuestas etnias que debió de hacer reír a grandes carcajadas a los asistentes que esperaban a Savater y a Rosa Díez para que estos dijeran que los nacionalismos tenemos demasiado peso político en Madrid y hay que ponernos en nuestro sitio. Pues van dados. Cuantas más puertas se nos cierren en Madrid, menos ganas les va a quedar a la gente periférica en pertenecer a un estado que trata a baqueta a sus ciudadanos.

Lo único que lamento de ese akelarre de fanáticos fue la presencia de este gran escritor aunque pésimo político. Mejor estaría escribiendo otra “Fiesta del Chivo” que protagonizándola.

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