El progresista, además de parecerlo, ha de serlo

martes 21 de diciembre de 2010, 09:24h

Dice Zapatero que ya hay un socialista que conoce su futuro político además, lógicamente, de él mismo y de su esposa. ¿Será Blanco? ¿Será Rubalcaba? En este mundo de la política chismosa en seguida se abren debates y nuevas investigaciones, y ahora el morbo pasa por saber quién es el dirigente del PSOE enterado de este esperadísimo dato. En realidad poco morbo puede haber. Nadie podría creer que Zapatero fuera capaz de querer seguir en primera línea política tras el descalabro de esta legislatura.

Dos mandatos son, ya casi por tradición, más que suficientes. En los países donde no están limitados por ley, se está tomando como una especie de método de reciclaje necesario para evitar 'quemazones' y dar paso así a nuevas generaciones. Cosa que, sin embargo, parece difícil en el PSOE. Porque... si no continúa Zapatero, ¿quién será su sustituto? Hoy en día nadie puede poner el resultado a unas primarias, porque las sorpresas están al orden del día, pero Rubalcaba o cualquier otro socialista de la llamada 'vieja guardia' estará siempre mejor colocado que algún valiente o 'valienta' que pretende hacerles sobra. ¿Carme Chacón? Sinceramente, está complicado.

Y mientras, si nos pasamos al otro gran partido, el PP, vemos otro gran acto de honestidad que me ha encantado. Al igual que vería más que correcto la retirada de

Zapatero, me gusta que el más que probable próximo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se muestre dialogador con temas sociales como el matrimonio homosexual. Tiene mérito que, en un campo tan radical como es el programa 'El gato al agua' de Intereconomía, se mostrara abierto al diálogo. Dice que esperará a lo que diga el Tribunal Constitucional ante el recurso que su partido presentó contra estas uniones y, posteriormente, que escuchará "a la gente". Ése es el talante que debe tener un presidente de todos los españoles, como en su día lo fue Zapatero, hasta que el poder le limó, como se liman las uñas.

Un caso de ausencia de talante ha sido el de la 'ley Sinde' que hoy se vota en el Congreso. Puede parecer que en su espíritu hay algo más que recomendable como salvaguardar los derechos de los creadores intelectuales y artísticos. Pero no puede ser a base de ejercer la fuerza, como amenaza esta ley. Se cerrarán webs que incluyan enlaces de descargas de contenidos protegidos con derechos de autor, y eso es tan peligroso, por mucho que lo quiera negar este gobierno progresista -que serlo, lo es-, como la censura y la limitación de la libertad de expresión. Porque se comienza, con buena fe, no lo niego, diciendo que se cerrarán sólo páginas que infrinjan la ley. Pero uno nunca sabe dónde termina todo ello.

Además, no es más que una acción para contentar a los creadores y parecer solidario con su lucha. Basta con que esas páginas se alberguen en servidores extranjeros para que el Gobierno no pueda ejercer el cierre de las webs. ¿O es que Sinde también quiere llegar a una página registrada, por ejemplo, en Tokelau, un archipiélago neozelandés que ofrece dominios con absoluta libertad? No sólo hay que pretender aparentar una imagen progresista. También conviene serlo, de vez en cuando.

Pablo M. Beleña
Director Diariocrítico.com