Un periodista que yo conozco muy bien siempre define qué es noticia de la siguiente manera: lo que alguien desea que no se publique. No es una mala definición aunque diría que incompleta. Efectivamente estos días hay una persona, Manel Franch i Trens que debe de andar muy enfadado por todo lo que de él se ha publicado.
Manel Franch es el responsable de prensa del Ministerio de Trabajo. El martes, tras una rueda de prensa de
Corbacho, un periodista hizo una pregunta al ministro. Pero el responsable de comunicación le afeó su conducta diciéndole que la rueda ya se había acabado y que iba a averiguar quién era para vetarlo en el ministerio.
Los responsables de comunicación suelen ser periodistas que en su día trabajaron para algún medio de comunicación. Y digo suelen porque algunos hay que nunca han pisado una redacción y son los que suelen cometer errores garrafales como el del señor Franch (desconozco si ha trabajado o no del otro lado). Pretender callar a un periodista es ponerle puertas al campo. Preguntar es libre…como contestar. Pero, desde luego, decirle a un periodista cómo ha de hacer su trabajo es bochornoso. Los políticos saben como nadie callar o hacerse los suecos cuando no conviene contestar. También saben hablar durante minutos sin decir absolutamente nada y ésa es la repuesta que, de haber habido, tenía que haber usado el ministro. Pero, de ninguna manera el responsable de prensa tiene que corregir al periodista como si fuese un profesor a un niño de primaria. Lo de las amenazas ya es de juzgado de guardia.
Periodistas incómodos hay en todas partes y además, es bueno que los haya. Un periodista no tiene que estar al servicio de ningún poder (en teoría, claro) y si sus preguntas son impertinentes, mejor que mejor. Y entiéndame cuando digo impertinentes no me refiero a hacer preguntas que no vengan a cuento pero sí sobre asuntos que a la ciudadanía importen. Y un responsable de prensa tiene que actuar como puente entre los periodistas y el ministro no como guardián que muerde en cuanto algo no es de su agrado. La actitud del señor Franch es totalmente inaceptable, sólo le faltó decir: Usted no sabe con quién está hablando.
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