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Yo soy Charlie y muchos más

Yo soy Charlie y muchos más

viernes 22 de mayo de 2015, 16:22h
Nunca he entendido lo de la "jornada de reflexión" pero queda bien, resulta tan poética como absurda y mucho más desde la implantación social de los nuevos canales de comunicación. Y por si fuera poco, el respeto por el silencio de este sábado quedó hecho añicos tras los inolvidablemente dolorosos atentados de Atocha. Visto con la distancia del tiempo, sigo pensando lo mismo que entonces escribí: aquellas elecciones tenían que haberse retrasado el tiempo necesario. Pero eso es el pasado y como las cosas no cambian, respetemos incluso en las columnas de los periódicos ese silencio bienintencionado pero inútil que debería ser la famosa "jornada de reflexión".

Y esto nos da pie para ver lo que está pasando un poco más allá de nuestras fronteras donde -increíblemente para mí- el llamado Estado Islámico y grupos afines de asesinos, han declarado la guerra al resto del mundo sin que casi nadie, hasta ahora, haya movido más que unos pocos aviones sin ningún resultado según leemos cada día. El gobierno de Obama no termina de entender qué pasa; la ONU se limita a condenar el genocidio indiscriminado sin llegar a ningún acuerdo de intervención y la Unión Europea -y la OTAN- se solidarizan con los muertos porque todos somos Charlie.

Ya, pero el problema es que si me siento Charlie en las manifestaciones posteriores al atentado, también me debería sentirme periodista degollado,  cristiano pasado a cuchillo, niña robada, violada y vendida, familia huyendo del sadismo de estos grupos que ya han dicho claramente -lo vuelvo a repetir- que su guerra es contra el mundo de los no creyentes en lo que ellos creen, contra todos y contra todo.

Pues no pasa nada. La brutalidad más descarnada, el ser humano en su faceta más salvaje puede seguir segando vidas y destruyendo cultura en nombre un dios imposible porque ningún dios ampararía esta barbarie. Pero como Occidente ha hecho tan mal las guerras y ha firmado las peores paces, ya nadie se atreve a dar el paso que cualquier conciencia recta está pidiendo a gritos: hay que parar esto y, desgraciadamente, ya se ha visto que los bombardeos selectivos no son sirven.

Es el mundo civilizado el que debería parar esta escalada de locura de la forma que fuera; es ese mismo mundo que ha vendido las armas a los que ahora son sus asesinos los que tendrían que decir basta, que ni una familia más en busca de una tierra sin sangre, que ni una muchacha más secuestrada y vendida como un trozo de carne en un mercado que debería avergonzarnos a todos; es nuestra conciencia la que no podría admitir ni un ser humano degollado ante las cámaras, ni un muerto más por ser sencillamente cristiano o no interpretar a su dios como ellos lo interpretan. Y si hay que enviar a un ejército para que derrote y juzgue a los asesinos, habrá que hacerlo porque no podemos admitir tanta sed de sangre.


Comprendo que quizás no es muy popular lo que propongo, que siempre hay alguien que levanta la mano y quiere soluciones diplomáticas, retomar el diálogo. El problema es que para ambas cosas hacen falta dos partes y en este caso, una de ellas ni sabe lo que es la diplomacia y ya ha dicho que no hay más dialogo con el infiel que la guerra. Podemos esperar, seguir como hasta ahora, pero así sólo conseguiremos que el día de los arrepentimientos sea demasiado tarde porque el recuento de víctimas haya sido demasiado brutal.
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