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... y todo en menos de un minuto

... y todo en menos de un minuto

domingo 27 de abril de 2008, 12:39h
Ante todo, vaya por delante que me parece muy bien que el presidente del Gobierno comparezca en la noche de este lunes en un sonoro programa de debate televisivo, como la semana pasada lo hizo la presidenta de la Comunidad de Madrid y como, en su momento, cuando decida salir del caparazón, lo hará Mariano Rajoy. Al fin y al cabo, los medios de comunicación están para eso: para que los responsables de la gestión pública se enfrenten a las preguntas de los representantes de los medios y nos expliquen, de la manera más convincente que puedan, qué diablos van a hacer con el poder que los ciudadanos hemos delegado en ellos.

En ese sentido, no puedo sino alabar iniciativas como solicitar a esos responsables que se sometan a la curiosidad ciudadana, en directo y sin trampas, o a las preguntas de responsables de medios de comunicación de diverso pelaje. Todos tenemos una pregunta para esos responsables. Como hay que felicitarse por haber recuperado, aunque con ciertas trabas e inconvenientes, pero de manera irreversible, esos espectáculos televisados que consisten en que los principales candidatos se enfrenten en un debate cara a cara, a través de los cuales, pese a los maquillajes de los fabricantes de imagen, los vamos conociendo mejor.

Al fin y al cabo, ‘vender’ la gestión, hacer creíbles las promesas con las que pretenden engatusar a los votantes, también es misión del gobernante y de quien aspira a serlo. Menos mal que lo van entendiendo poco a poco. No quedan, al fin y al cabo, tan lejos aquellos tiempos en los que nuestros políticos –y no digamos ya los poderosos de otros campos—se dignaban o no ‘conceder’ entrevistas, a los medios audiovisuales y de papel, en función de la coyuntura que a ellos les interesaba, y no en función del interés que a los medios y al público en general les suscite tal coyuntura. De hecho, hasta cierto punto ‘aquellos tiempos’ siguen vigentes en lo que a ciertos dirigentes partidarios se refiere; incluso no hemos logrado desterrar del todo la nefasta costumbre de algunos líderes, consistente en convocar ruedas de prensa…sin preguntas. El prócer de turno comparece ante los micrófonos, larga  lo que quiere largar y se larga –valga la redundancia-- con viento fresco, sin admitir que le pidan aclaraciones. Como si la misión de los periodistas fuese apenas la de ser micrófonos ambulantes.

Celebro, por tanto, que Zapatero se muestre tan accesible a aparecer en toda suerte de programas en la pequeña pantalla, algunos de ellos por cierto –no me refiero, obviamente, al de este lunes, tan publicitado, pese a que sus peculiaridades han sido criticadas en algunos ámbitos—con cierto tinte frívolo. Lo que no celebro tanto es que el reelegido presidente del gobierno, que está encantado de haberse conocido, otorgue sus favores antes a la televisión –pública, en este caso—que al Parlamento, que es donde primero habría tenido que acudir a explicar qué va a ser de nosotros en esta legislatura recién estrenada y en la que las Cortes aún no han iniciado su funcionamiento normal. Y también, claro es, a debatir con una oposición que está, ya se ve, más atenta a la pequeña pantalla y a cómo los medios cuentan sus líos internos que a la labor que se espera de ella.

Y así, poco a poco nos vamos sumergiendo en una era en la que todos los mensajes se lanzan en menos de un minuto, que es lo que el ‘share’ exige. ¿Cómo era aquello, que ahora tanto se cuchichea, de la ‘insoportable levedad del ser’? Si Milan Kundera, el autor de aquella inolvidable novela, se diese estos días una vuelta por esta España nuestra se quedaría, sin duda, asombrado al ver cuánto se repite, en las charlas de café y en las cenas de amigos, el título de su libro estrella.
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