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Objetivo Birmania

Objetivo Birmania

domingo 30 de septiembre de 2007, 12:09h

No es una guerra televisada ni una revuelta con cientos de periodistas siguiendo paso a paso cada manifestación, cada enfrentamiento, cada muerte, cada violación de los derechos humanos. Apenas hay algunas imágenes de los monjes budistas manifestándose -hoy por hoy la única esperanza de los que no aguantan más- y alguna foto de un soldado rematando en el suelo a un manifestante. La férrea censura de los militares birmanos, que incluso han cortado Internet, ha obligado a las cadenas internacionales a informar desde países vecinos. Sabemos lo que están haciendo, pero apenas vemos lo que están haciendo. Y, además, ésta es una rebelión 'menor', porque los  intereses de Europa y Estados Unidos parecen menos importantes. Birmania está muy lejos. 

No hay libertades, sólo represión. La Junta Militar ha quemado pueblos enteros y ha ordenado la 'recolocación' de miles de ciudadanos en otras zonas. Miles de personas huyen de la explotación laboral, el narcotráfico, la insurgencia y el sida. Este país tiene el terrible 'honor' de ser líder en la exportación de niñas para el negocio de la prostitución en el sureste asiático. Los movimientos democráticos son perseguidos y allí los derechos humanos no valen nada: las personas no cuentan y ni siquiera es posible hablar de derechos. Birmania no es un paraíso sino un infierno.

Y Occidente, los políticos y los ciudadanos, mira hacia otro lado. Rangún apenas tiene relaciones comerciales con Europa y Estados Unidos, así que no hay petróleo que proteger ni intercambios básicos que salvaguardar ni amenazas nucleares. Sólo cientos de miles de ciudadanos amenazados que han decidido decir no a la represión militar. Esa dictadura sangrienta importa poco. El mundo occidental se comporta de distinta manera con las dictaduras. No importa que todas cercenen derechos fundamentales, coarten libertades irrenunciables en el siglo XXI, encierren a hombres que piden sólo justicia. Importa el dinero, las fuentes de energía, el comercio. Los movimientos pro derechos humanos y los partidos políticos guardan un discreto silencio porque esto tampoco es Vietnam, ni Irak ni Afganistán. El mundo mira hacia otro lado y deja hacer. Birmania no es el objetivo de los libertadores. Una vergüenza. 

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