La guerra de Ucrania vive ya su jornada número 172 sin que se vislumbre un final a corto y medio plazo. Los combates prosiguen, especialmente en la zona del Donbás (de mayoría prorrusa) y se han intensificado también en las inmediaciones de la central nuclear de Zaporiyia, un enclave muy sensible a los ataques que podría desembocar en un incidente grave.
Pero pese a que la situación sigue sin resolverse, se ha podido avanzar en una de las cuestiones clave: la exportación de cereales. Ucrania y Rusia son el granero de prácticamente todo el mundo, pues según detalla RTVE, un tercio de todos los cereales que se venden proceden de dichos países.
Desde el estallido de la guerra, hace ya 6 meses, no han podido salir barcos de los puertos ucranianos cargados con cereales, una situación que se ha notado en el resto de países compradores que han visto como el stock de su grano bajaba mientras los productos se han visto notablemente encarecidos.
Una situación especialmente crítica para los países menos desarrollados de África o Asia, pues la dificultad de acceder a los alimentos se ha multiplicado por el parón en las exportaciones ucranianas y rusas.
22 millones de toneladas siguen sin cargarse
El pasado 22 de julio se logró, con la mediación de Turquía y de la ONU, un acuerdo entre Rusia y Ucrania para el desbloqueo de los principales puertos ucranianos de manera que los barcos puedan zarpar con grano. Aunque las sanciones impuestas a Rusia no incluían sus ventas de cereales, desde el estallido del conflicto han encontrado serias dificultades para llevar a cabo las operaciones, algo que con el citado acuerdo se calmará y también saldrá beneficiada.
Desde entonces han partido de Ucrania unas 400.000 toneladas de cereales, una cantidad importante, pero que en realidad supone el 2% de los 22 millones de toneladas que se estima que el país mantiene almacenados.
Con la guerra ha sido imposible cumplir los envíos habituales y los expertos señalan que más de 20 millones de toneladas siguen en el país, una cantidad muy elevada que hace difícil, más bien imposible, trasladarla por carretera a través de Rumanía o Polonia.
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