Los reveses de Telma Ortiz

Ser hermana de la Princesa de Asturias tiene, sin duda, sus cosas buenas. Y malas. Por lo visto, Doña Telma Ortiz Rocasolano ha experimentado, claro que muy a su pesar, más de lo segundo que de lo primero. Lo malo es que uno no escoge ser o no ser una figura pública: es el interés ciudadano, tantas veces rodeado de morbo, pero soberano al fin, el que decide cuándo alguien está o no bajo los focos. Y a doña Telma, muy a su pesar, le ha tocado. Sobre todo ahora, cuando, en un paso a mi entender equivocado, ha salido a la palestra nada menos que para demandar a medio centenar de medios de comunicación y pedir medidas cautelares que impidan que se le puedan siquiera aproximar los para ella temibles ‘paparazzi’. De esta manera, ella, que tanto rechaza cualquier protagonismo, ha acaparado muchos de los titulares de la jornada. Todo un salto a la fama.

Es verdad que hay un cierto periodismo que nada respeta. Pero la solución para preservar la intimidad no es matar moscas a cañonazos, acudiendo sin mesura como demandante a los tribunales y pidiéndoles lo que, en mi opinión, los jueces no le pueden garantizar: medidas cautelares. No estamos ante un caso de amenazas o malos tratos precisamente, por muy mal tratada que doña Telma se sienta por parte de cámaras y fotógrafos. Y solamente en esos supuestos, riesgo de violencia de género o amenazas de cualquier tipo, me parece que estarían justificadas las cautelas judiciales.
 
No quisiera que esto que escribo pudiese interpretarse como una defensa corporativa de los periodistas. Me indignan ciertas formas de persecución al famoso o semifamoso, como me indigna el trato que algunas revistas y programas televisivos del corazón da a gente digna del mayor respeto, como lo es, desde luego, doña Telma Ortiz. Pero uno es dueño de sí mismo y pocas veces de sus circunstancias, y las circunstancias de doña Telma Ortiz son rivales de su deseo de intimidad. Acudir a los tribunales en estas condiciones me parece casi un dislate, un desenfoque, una pérdida de tiempo y un flaco favor a su hermana, de quien irradia la hasta ahora relativa fama de doña Telma.