Las asociaciones de Padres y Madres del Instituto y del Colegio Mirasierra denunciaron este viernes que la ampliación de la línea 9 de Metro provocará que sus hijos estudien durante el período de las obras con unos niveles de ruido superiores a los 100 decibelios.
Esta situación, denunciaron las asociaciones, va en contra de lo establecido en el Decreto 78/1999, cuyo artículo 10 establece que los edificios de uso docente o educativo han de permanecer en un 'Área de silencio de tipo I', en la que no se pueden superar los 40 decibelios.
Las AMPAS afectadas se mostraron muy indignadas por la decisión que ha llevado a cabo la Consejería de Transportes, que ha trazado el proyecto de tal forma que una de las salidas de la estación
pasaría por en medio del instituto y a 200 metros del colegio. De hecho, la construcción de esta boca de Metro obliga a tirar parte del edificio del instituto público, afectando a los alumnos que estudian ahora.
Según indicaron los padres, la opción que les da la Consejería de Educación pasa por que los alumnos de dicho instituto estudien durante el tiempo que dure la obra, con su consiguiente derribo de edificio, en otro nuevo centro que van a construir en una zona cercana. "El problema es que dicho centro lo van a levantar en Montecarmelo, que está bastante más lejos", matizaron.
La idea de la Comunidad es que una vez finalizada la obra del suburbano, se reconstruya el edificio del instituto y los estudiantes puedan volver a sus clases de siempre, aunque "habría aproximadamente un centenar de alumnos que no podrían volver por falta de plaza", añadieron.
El traslado del instituto solo afectaría a los alumnos de Secundaria, sin embargo, los padres consideran "incoherente" mantener a los alumnos de Bachiller y de Ciclos Formativos en el antiguo centro, con las obras encima, porque los profesores de Secundaria y Bachiller "son los mismos, con lo cual, se crean unos desajustes importantes en la programación", añadieron.
Pero, en realidad, el problema que más preocupa a los padres es el tema de la proximidad de las obras mientras sus hijos asisten a clase. De hecho, recordaron que no solo van a tener que soportar niveles de ruido superiores a lo fijado, sino que hay que añadir "polvo y el aumento de contaminación". De hecho, señalaron que también se puede producir un aumento de la emisión de gases en la zona, consecuencia del trasiego de camiones de la obra y de los autobuses de las rutas que el centro de Secundaria pondría para trasladar a cerca de 700 alumnos afectados. Por esta misma razón protestan los padres del Colegio Mirasierra, que se sienten "igualmente afectados" porque, entre otras cosas, los alumnos de 6º de Primaria que están ahora en el colegio, pasarán al instituto el próximo curso para hacer 1º de ESO.
"Nos indigna que la Consejería no haya presentado ningún tipo de alegación frente al derribo del centro y que no haya propiciado la búsqueda de otras soluciones. Parece anteponer otros intereses a los puramente educacionales", dijeron, a la vez que reconocieron que la ampliación del Metro es un bien para el barrio, pero el coste de derribar el instituto es "excesivo" y hay que buscar soluciones alternativas.
Ante estas quejas, la Consejería de Transportes e Infraestructuras, responsable de la elaboración del proyecto, explicó que aunque el período de presentación de alegaciones ha terminado, todavía "no se han contestado a todas". No obstante, un portavoz aseguró "que de ningún modo se va a acabar con el colegio", sino que se va a tirar uno de los edificios del Instituto mientras dura la obra para adaptarlo al proyecto y remodelarlo.