Han pasado ya casi 48 horas de la entrega de premios Príncipe de Asturias. Tras haber visto en persona la cara de la princesa y observarla con detenimiento y, tras haber visionado los videos una y otra vez, llego a la misma conclusión: Algo le pasaba a
Letizia esta vez. No sé si estaba incomodada por algo, enfadada, molesta… ¿Habrá recibido instrucciones de arriba para ser más distante y como es tan aplicada ella se lo ha tomado al pie de la letra? No es ningún secreto que siempre he sido una defensora de Letizia. Nunca lo he ocultado. Pero verla en persona me ha causado una cierta decepción. La he visto fría, hierática, nerviosa, sin seguridad. ¿Qué le pasa a Letizia? ¿No se supone que esto ya lo tiene que tener dominado?
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En la audiencia de la mañana apretaba los puños, no dejaba de tocarse el pelo, miraba compulsivamente para todas partes. Cuando se encontraba con la mirada de
Felipe, entonces sonreía (sigue siendo su apoyo). Por la tarde, en la alfombra azul que la condujo al Campoamor iba tiesa, como una estatua de cera, nerviosa, pero sin paso firme. Y ya una vez dentro del teatro parecía escurrirse en el sillón, haciéndose cada vez más pequeña. ¿Por qué? No entiendo nada. Parecía estar ausente, sin escuchar los discursos. Como aburrida. ¿Ya no le está divirtiendo su cargo? ¿Ya no está encantada de darle servicio a la corona? Espero que no.
En cualquier caso le pongo mala nota a la organización de los premios. Caras de pocos amigos hacia la prensa. Medidas de seguridad exageradas, absurdas. Muchos periodistas llevan años haciendo información de Casa Real, son bien conocidos y, aún así, tienen un trato nefasto. Los de seguridad de Casa Real son otro tema: bordes, antipáticos (con excepciones) pero como regalando la vida a los demás. Indignante que cada vez dejen trabajar menos a los medios. Al fin y al cabo, la familia Real es conocida para el pueblo gracias a la labor de los gráficos. Deberían pensarlo más y mejor desde dónde toque.