Diez días después de presentar sus cien propuestas como candidata socialista a la elección presidencial, Segolene Royal ha aprobado con notable su primer examen oral televisado en TF1, en el show televisivo “Quiero hacerle una pregunta”.
En verdad hubiera podido llamarse “¿Es grave, doctor?”, pues el candidato se somete aquí a las preguntas de cien personas, “ciudadanos de verdad”, una muestra seleccionada por la Sofres. El periodista estrella del programa –sospechoso por definición de connivencia con uno u otro bando- se limita a ser moderador del encuentro.
Vestida con chaqueta blanca y falda negra, especialista del “debate participativo” al que ha sometido a los propios militantes socialistas desplazando así a los presidenciables Laurent Fabius y Dominique Strauss-Khan, la doctora Royal afrontó con buen temple y eterna sonrisa a sus interlocutores que traian en el saco todos los males de que sufre Francia: las jubilaciones, los bajos salarios, el salario mínimo, el desempleo, la fiscalidad, la emigración, la sanidad, la discriminación, la educación, la crisis de la escuela pública y la seguridad. La doctora Royal repartió remedios, consejos y promesas y supo calmar el desasosiego general.
Goleando fué poco a poco Segolene en este show cuya principal limitación es la de soslayar el verdadero debate político y contradictorio, en provecho de una exposición de problemas individuales, reflejo de un profundo y generalizado malestar. Aceptando las reglas del juego la candidata probó que su fuerza y sus debilidades forman parte de su “método” de campaña que consiste en mostrar sus convicciones y sus dudas quedando abierta al “debate participativo” y a las opiniones de los franceses. Es su forma de construir imagen: la de una mujer política, madre de cuatro hijos, en concubinato y con una sólida trayectoria política: Diplomada del ENA (Escuela Nacional de Administración), siete años junto al Presidente Francois Mitterrand, tres veces ministra, cuatro veces diputada, presidenta de una Región y conocedora de los entresijos del aparato del Estado. Decidida y con capacidad para ser la primera encarnación real de esa República siempre representada por la imagen femenina e idealizada de Mariana.
Es la primera vez que una mujer politica se presenta a las elecciones presidenciales en Francia con posibilidades de ganar, asumiendo su feminidad y maternidad sin hacerse pasar por un “hombre político” estilo Margaret Thacher. Esa imagen de mujer atractiva, siempre con faldas, madre y esposa, es la que seduce a unos e irrita a otros, hombres o mujeres. Imagen de renovación que le ha permitido ganar en el seno del Partido socialista frente a sus adversarios, pero que no la disculpa de la necesidad de profundizar en el debate de ideas sobre su programa político.
Los sondeos por ahora le son desfavorables (53% Sarkozy, contra 47% Royal en la segunda vuelta). La dificultad y el desafio de Royal es clasificarse en la primera vuelta con el pleno de votos propios y barrer hacia el centro y la izquierda no socialista en la segunda. Su pacto presidencial pretende reconciliar trabajo y capital, aboga por una república laica y un “orden justo” y defiende el servicio público en la Europa de los 27 y en un mundo “globalizado”. La enfermedad es grave y su cura dificil, pero mal que pese a sus detractores, desde el síndrome Jospin del 2002 es la primera vez que un halo de esperanza se vislumbra en el Partido Socialista Francés.
*Nuestro analista para las elecciones francesas