lunes 17 de noviembre de 2008, 20:02h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.
Para muchos este finde, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y machacados niños y niñas que me leéis, ha sido de campeonato. En primer lugar está lo de Washington, DC, el akelarre mundial de los capataces internacionales que se han propuesto salvar el sistema financiero. Un éxito para todos, hasta para el buenazo de vuestro ZetaPé que, bajo pabellón de conveniencia, el de la Unión Europea, tomó asiento entre los grandes entre los grandes del G20+3. Ciertamente, los mercados financieros no se han animado mucho al conocer la noticia, pero esto entra dentro del orden natural bursátil: primero se baja, para poder subir luego. Todos juntos y en unión, defendiendo la refundación del capitalismo. Que ahora toca –hay que inyectar dineros públicos en la Banca privada—decir lo de “menos más mercado y más Estado”. Caso cerrado.
Esto ocurría en lo internacional. Porque, para gustazo de muchísimos/as, de fronteras españolas hacia dentro, otro acontecimiento reclamaba la atención de los medios de comunicación más o menos serios. Era algo que se esperaba con tanto interés como la comparecencia televisiva –pagada a tocateja-- de Luis Roldán, aquel que fuera el primer director general de paisano de la Guardia Civil (cuerpo militar como su nombre no indica) de cuando Felipe González era el rey del mambo monclovita. Roldán se levantó algo así como 1.800 millones de pesetas de las de entonces (unos diez millones ochocientos mil euritos de ahora), le pillaron en el renuncio, le juzgaron y le condenaron a prisión. Y aún sigue cumpliendo pena, pero está en tercer grado penitenciario, con lo que sólo va, de lunes a jueves, a dormir a prisión. Los dineros robados, por supuesto, no aparecen por ningún lado.
Lo de Roldán, para algunos, tenía morbillo, pero no tanto como la Asamblea de Izquierda Unida… Que iban sino de refundación, sí de nombrar nueva directiva y designar como coordinador general al sucesor de Gaspar Llamazares. Pues como que no. Que nones. Que no se pusieron de acuerdo. Que hay sede vacante en lo que pasa, Partido Comunista de España mediante, por ser la única izquierda verdadera. Ninguno de los tres candidatos propuestos, incluyendo el del PCE, tuvo quórum suficiente como para ascender a la superior categoría de cabeza de ratón. Una lástima de lo más lastimosa. Ya sé que gentes como tío Manolo, cuñado de mamá, se alegran un montón por el fin del comunismo en España. Un craso error si se para uno a pensar un momento. Desaparece Izquierda Unida y es un palo para el ecosistema político español. Se rompe el equilibrio entre las especies y así se lo he hecho saber a mi pariente. Si hasta los cazadores, pequeñines/as míos/as, son conservacionistas y procuran que no se extingan las especies de aprovechamiento cinegético. Pues en política, como que lo mismo. Y más para tío Manolo, que como buen terrateniente de los de toda la vida, es de los que sostiene que “al rojo y al pichón, perdigón”.
¡Salvad a IU!, que es muy necesaria. En primer lugar, para los sociatas, que necesitan tener algo a su izquierda para poder presentarse como moderados y razonables. Luego, evidentemente, para los peperos que siempre podrán acusar al socialisterío patrio de pactos con los de Izquierda (des)Unida… Luego están los nacionalistas centrífugos, o sea. CiU, ERC, BNG, EA y hasta el PNV, que siempre encontraron en IU unos buenos compañeros de viaje y unos aliados para meterle el dedo en el ojo al Gobierno de turno. Pero, incluso, hasta los seguidores de la cadena mitrada de radio y la propia Conferencia Episcopal Española necesitan de Izquierda Unida. ¿Cómo sino van a poder clamar contra las hordas rojas puestas al servicio del Anticristo?
Salvemos a Izquierda Unida, aunque estén ahora sin coordinador general. Ya sabemos que es difícil, y que antes conseguiremos recuperar el oso pardo y los urogallos en Los Ancares lucenses. Pero hay que tener fe en nuestras capacidades y en la Divina Providencia. ¿Qué tal si, como Jorge Fernández Díaz, vicepresidente del Congreso de los Diputados, pepero de pro y devotísimo católico, hacemos una novenita a Santa Maravillas de Jesús, monja carmelita, hija del marqués de Pidal?