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El gran momento de Rajoy

El gran momento de Rajoy

domingo 25 de febrero de 2007, 19:59h
  "Soy un político que defiendo políticas liberales y de moderación, una política centrada". Esta fue, a mi juicio, la más significativa de las frases pronunciadas por Rajoy este domingo en la presentación del programa electoral municipal, una amalgama de propuesta (680 en total) de interés variable, pero dignas, como todo trabajo serio, de ser tomadas en consideración. Sin embargo, la autodefinición de Rajoy como político moderado y centrista fue lo que acaparó mayor atención entre los centenares de personas congregadas para asistir a un mitin en el que intervinieron Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre y la 'estrella ascendente' del Partido Popular, Soraya Sáenz de Santamaría, coordinadora de este programa.

   Antes de lanzarse por el camino -habitual en nuestros políticos- del autobombo, un ejercicio que Rajoy domina peor que Zapatero, quizá por ser más reflexivo, el presidente del PP hizo algunas consideraciones interesantes: "son muchos los españoles que tienen puestos los ojos en nosotros; la mayoría no son ni del PSOE ni del PP, aunque muchos están decepcionados con Zapatero". Una vez más, Rajoy se mostró como un buen analista de la realidad. Puede que, una vez más, decepcione a quienes le consideran un buen diagnosticador, no sabiendo dar el paso siguiente, es decir, cómo resolver el dilema en el que se halla inmerso.

   Ese dilema no es otro que la necesidad de elegir entre quienes le reclaman que asuma posiciones extremadas y quienes le aconsejan que se sitúe precisamente en esa franja en la que se colocó este domingo, en la moderación, el liberalismo -bien entendido- y el centrismo. Solamente así, le han dicho sus asesores más fiables, será capaz de captar esos cientos de miles de votos precisos para llegar a las urnas un poco por delante de los socialistas. Que es lo que el PP necesita: sacar más votos que el PSOE, aunque luego, en virtud de la política de las alianzas, cada cual trate de encontrar los apoyos necesarios para poder gobernar.

   Y, obviamente, con las tesis de la dureza, el PP no hallará tales apoyos, hoy en manos de los socialistas. Como le advertía a Rajoy este domingo un notorio comentarista que no le es precisamente lejano políticamente, el Partido Popular tiene que deshacerse de algunos nombres -el comentarista, director de un importante periódico ligado al pensamiento conservador, no los citaba- para poder estructurar su partido según moldes de modernidad. Pero todo el mundo sabe que el comentarista se refería, en su muy sonado artículo, a gentes como Acebes y, sobre todo, Zaplana, el hombre que está en boca de todos estos días.

   ¿Será capaz Rajoy -era ayer una pregunta muy extendida en los campamentos 'populares'- de deshacerse de algunas de estas adherencias, de renunciar al apoyo envenenado de los extremistas, de eso que se dicen líderes sociales y no hacen sino apelar al rencor? Hay quien, a la vista de las características personales del presidente del PP, se permiten dudarlo. Pero este domingo, en la Casa de Campo madrileña, ante algunos centenares de personas entusiastas, Rajoy se colocó de manera clara en una de las casillas posibles. La mejor casilla, en mi opinión. Está en un momento crucial, con el indudable desgaste de los socialistas como telón de fondo. Hasta ahora, no lo ha aprovechado. ¿Sabrá hacerlo en el inmediato futuro, un futuro que se le presenta bastante sonriente ante las elecciones municipales y autonómicas de mayo?

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