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La experiencia al servicio del emprendedor

domingo 14 de diciembre de 2008, 20:05h

La jubilación no es el final del camino. De eso están muy seguros los ‘seniors’ de la organización sin ánimo de lucro SECOT que, tras más de 30 años de experiencia a sus espaldas, dedican su merecido descanso a ayudar a los que dan sus primeros pasos. Ellos conocen mejor que nadie el terreno. Y su ayuda es más demandada que nunca en tiempos de crisis.

A finales de septiembre, la Confederación Empresarial de Madrid- CEOE, Arturo Fernández, y el presidente de Seniors Españoles para la Cooperación Técnica (SECOT), Virgilio Oñate de Mora, firmaban un convenio para dotar de este servicio a las más de 300 organizaciones que integran la confederación. Los 230 voluntarios de SECOT ponen desde entonces su experiencia al servicio del emprendedor sin coste para las empresas.

El pago que esperan es otro: mantener su mente activa y “la satisfacción de ayudar a una tercera persona”, destaca José María Llorente Gozalo, presidente de la delegación de Madrid. “Es una forma de contraprestación por lo que has recibido de la sociedad, ayudas a la gente que lo necesita, sobre todo a gente joven y pequeñas empresas en problemas a los que les es difícil acceder a asesoramiento al no disponer de suficiente capacidad económica.”, añade. Y es que pedir a un bufete de abogados o de economistas que preparen un plan de negocio puede costar entre 2.000 y 6.000 euros, “lo que puede ser todo el dinero que tienes para comenzar a montar tu negocio” afirma Llorente.

Criaderos de caracoles

En los veinte años que lleva en activo, esta organización ha asesorado todo tipo de negocios.  “Durante la crisis de las vacas locas se puso muy de moda crear granjas de avestruces o criaderos de caracoles –recuerda Llorente-  prácticamente cualquier negocio que esté en la calle ha sido asesorado por alguno de nuestros seniors.”

Aunque la asesoría es general, en ocasiones el consultor encuentra a un ‘senior’ con años de experiencia en el mismo campo. Es el caso de un emprendedor interesado en crear un negocio de quesos en la sierra de Madrid y que contó con el apoyo técnico de un ‘senior’ veterinario.

El primer paso de los voluntarios –que trabajan por parejas- es realizar un dictamen de la problemática de la empresa consultora y detectar donde se encuentran sus debilidades. “Es como vas al médico y dices: mire usted que me duele aquí. Al final te hacen unos análisis y resulta que te duele ahí, pero que es consecuencia de una serie de males que tienes en otra parte del cuerpo.”, describe el presidente. Si es un emprendedor el que acude a ellos, valoran la idoneidad del proyecto, cómo aumentar su valor añadido y algo fundamental, el carácter del propio asesorado.

Un mínimo de liderazgo

“Tiene que ser una persona con un mínimo de liderazgo y de capacidad de sacrificio, por que ser emprendedor es muy duro. Tiene que tener una serie de contactos personales por que el apoyo es esencial. También el apoyo familiar y el apoyo de amigos por que muchas veces el emprendedor se siente un poco. Pero una de las características esenciales es el tener ganas y el estar mínimamente formado, por que el mercado es duro.”, enumera Llorente. Y lo hace como advertencia ante el aumento de emprendedores que prevé cuando las consecuencias de la crisis se hagan de verdad palpables.

“Hay gente que al ver pelar las barbas de su vecino, pone las suyas a remojar y comienza a contemplar crear una empresa como una alternativa si se queda sin trabajo. Pero no todo el mundo puede ser emprendedor, igual que no todo el mundo es futbolista o no todo el mundo es torero.”, explica. Para el que se decida, los seniors de SECOT pueden asesorarle de forma presencial o a través de la red, aunque tampoco excluyen medios ‘semipresenciales’ como videoconferencias o consultas a través de la web-cam.

Para unirse a esta red de voluntarios sólo se pide capacidad para transmitir la experiencia propia. No importa en qué campo se haya trabajado. Alrededor de un 30 por ciento son ingenieros, en torno al 20, economistas. Pero también hay abogados, veterinarios o empleados de la banca, con la titulación que te da “la universidad de la vida”, dice Llorente. El tiempo de dedicación lo decide el voluntario. Y la edad no es una excusa. “Tenemos un ‘senior’ que vive en El Escorial y viene dos días por semana.-cuenta Llorente- Para ello coge el autobús hasta Moncloa, en Moncloa viaja en metro hasta Sol y de Sol va hasta Marqués de Cubas donde tenemos la delegación. Y tiene 82 años.”

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