Los extranjeros, provenientes de más de veintidós países, cursan un postgrado en la Facultad de Agronomía, el cual está disponible desde el 2000. Allí elaboran proyectos y los implementan en sus lugares de origen y de esta manera se evita la emigración de jóvenes a centros urbanos.
Habitantes de pueblos rurales de más de 20 países europeos y de otros continentes, que recurren al turismo para sobrevivir o darse a conocer, eligieron a la Universidad de Buenos Aires (UBA) para capacitarse y elaborar proyectos con la intención de atraer visitantes.
Los estudiantes cursan un postgrado en Turismo Rural en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), donde elaboran proyectos y los implementan en sus lugares de origen y de esta manera se evita la emigración de jóvenes a centros urbanos.
La carrera en la UBA se abrió en el 2000 y asisten personas de todas las edades, con y sin estudios universitarios, empresarios, autoridades o simples habitantes de pueblos rurales, que adoptan el turismo como actividad complementaria a la producción agropecuaria.
El coordinador del postgrado de Turismo Rural de la FAUBA, Ernesto Barrera, explicó a Télam que la carrera "surgió ante la necesidad de buscar alternativas de diversificación en el ámbito rural y generar empleos para que la gente no emigrara".
El especialista señaló que el surgimiento de esta carrera responde a "un fenómeno mundial que en la región tiene a la facultad como pionera".
Desde el 2000, cuando se abrió el curso, que se dicta a distancia y en modo presencial, pasaron por las aulas de la UBA -reales y virtuales- unas 500 personas de pueblos del interior del país, de América Latina y de Europa.
En la modalidad presencial hay alumnos de la mayoría de las provincias y de países como Panamá y Costa Rica, en tanto que a distancia participan estudiantes de más de 22 países, donde hay una decena de europeos.
Asimismo, señaló que "decenas de pequeños pueblos rurales incursionaron en la actividad turística a partir de nuestro postgrado, del que deben egresar con un proyecto que se ejecute".
También consideró que "lo que tiene un enorme valor es la creatividad de los proyectos, que surge de la diversidad de los estudiantes, que tienen diferentes profesiones y orígenes".
Barrera sostuvo que en el desarrollo de los proyectos "es fundamental respetar la identidad de los pueblos, que es lo que atrae a los visitantes".
No obstante, advirtió que "no es la salvación del sector agropecuario, es “complementario" y explicó que muchos proyectos se financian "con capital ocioso e ingresos familiares y generan una especie de autoempleo, que no deja de ser muy valioso".
En este sentido, señaló que muchas veces organismos públicos como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y parques nacionales, financian la capacitación.
Como ejemplo de las iniciativas que surgieron, Barrera recordó una siembra con diseño artístico, en el pueblo bonaerense La Niña que se hizo conocida el año pasado.
En tanto, en Patricios, pueblo ubicado a 20 kilómetros del partido de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, funciona un teatro comunitario en el que actúan más de 50 personas de los casi 500 que habitan un pueblo.
Una de sus habitantes, Mabel Hayes, pediatra jubilada de 68 años, estudió Turismo Rural en el 2003 y luego proyectó el teatro junto a vecinos. "A la primera función vinieron más personas que las que hay en el pueblo y desde que implementamos la obra la gente se quiere quedar", dijo Hayes a Télam.
De a poco empezamos a brindar alojamiento en casas de familia. Muchos vienen a ver el teatro y pueden visitar huertas y hacer paseos lejos de los ruidos urbanos".
También en Patricios hay encuentros nacionales de teatro comunitario y el grupo que integra Mabel hizo giras por otros pueblos rurales. "El teatro rescató al Patricios de la inercia", afirmó