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Un protocolo americano en Madrid

miércoles 17 de diciembre de 2008, 17:49h
Llega la Navidad. Blanca Navidad. Como la nieve. Como la harina. Un sobre con esta sustancia puso en alerta roja a las Fuerzas de Seguridad en Madrid. La Embajada de Estados Unidos en Madrid sospechó del 'misterioso polvo blanco' introducido dentro de una carta que llegó a sus dependencias y dio parte a la Policía. Todo quedó en un susto que luego se tomará a chota, por suerte, pero en unos minutos se desató la locura de la seguridad en pleno centro de la ciudad. El delegado de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Calvo, que no dijo esta boca es mía, explicó que se trataba de 'un protocolo norteamericano en Madrid'.

Y tan norteamericano. Los jefes de los servicios de emergencias oyeron Estados Unidos y vieron la oportunidad de intervenir al más puro estilo de Hollywood. Se puso en marcha el protocolo NRDQ, un dispositivo de operaciones que sólo se utiliza en caso de amenaza nuclear, ataque químico o bacteriológico. Dos mil millones de ambulancias, coches de policía y de bomberos se desplazaron al lugar y cortaron la circulación en varias manzanas a la redonda. Se sacó a todo el mundo de sus casas y sus oficinas. Se instaló un hospital de campaña, diez millones de tiendas de campaña, etcétera. Vamos, que sólo les faltó llamar a Batman y a Spiderman por si las cosas se ponían difíciles. Por suerte, no hizo falta utilizar el teléfono rojo para que nos salvase un héroe en mallas, aunque sí algunos enmascarados. Especialistas vestidos como en una película de ciencia ficción peinaron el terreno para dejar claro que allí no pasaba nada.

Y mientras unos se batían el cobre, para algunos sí que había llegado la Navidad de verdad. Por ejemplo, para la Delegación del Gobierno, que tenía los móviles apagados y el servicio parado porque estaban celebrando la copa de Navidad (a la que, por cierto, se 'olvidaron' de invitar a Madridiario).

Lo que me pregunto es qué hubiera ocurrido si en vez de un sobre lleno de harina llegan a enviar la cesta de Navidad que Salvador Santos Campano ha regalado este año a los miembros de la junta directiva de la Cámara de Comercio. Está claro que entre la televisión de plasma, el jamón, el foie, los turrones y el champán francés, la 'cajita' no habría cabido por el aparato de rayos X. Pero al terminar la alerta más de uno y más de dos se habrían puesto ciegos a canapés.

El momento de paranoia, en parte lógica por la constante amenaza que sufren las embajadas estadounidenses, en parte exagerada por la filosofía peliculera del país de las barras y estrellas que ha contagiado a las administraciones madrileñas, ha servido para que los efectivos municipales usen para algo más que para simulacros los equipos de rescate especial en los que invierten tanto dinero. Para dejar la ciudad vacía de ambulancias, coches patrulla y coches de bomberos cuando hay un 'protocolo yanki in the city'. Pero, sobre todo, sirven para demostrar que cuando hay una verdadera alerta, ni la Policía Nacional, ni la Municipal, ni los Bomberos, ni el Summa, ni el Samur-Protección Civil escaquean recursos para poner en el lugar del suceso un pedazo de dispositivo para que no pase nada. A pesar de la crisis, a ellos sí que los tenemos seguro.
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