¿Cuánto tiempo debe hacer que, para disfrute de las clases bajas y enriquecimiento empresarial se inventaron el café y el cacao instantáneos? Lo menos medio siglo, calculo yo. A partir de ahí, amadísimos, globalizados, megaletileonorizados y sorprendidos niños y niñas que me leéis, casi todo es instantáneo. Lo que yo os diga.
Y, claro está, lo que os diga –u os anuncie— ZetaPé, el presidente sociata del Gobierno paritario. Ese muchachito leonés, nacido en Valladolid, está dispuesto, de una vez por todas, a acabar con los malos hábitos de los españoles. Empezó por el tabaco, siguió con las macromegahamburguesas, lo intentó con el vino y, ahora, quiere acabar con los exceso de velocidad en las autopistas, autovías, carreteras nacionales, autonómicas, provinciales, viales de servicio, caminos vecinales y hasta es posible que en el “carril bici”.
Y esta es (no pongas esas cara, Jáuregui) una iniciativa que, hasta en Teleaguirre (antes Madrid), deberíais aplaudir todos a cuatro manos, cual chimpancé ante regalo de inmenso racimo de plátanos. Lo último de lo último, a ocho meses vista (o sea, allá por el puente del Pilar), es lo de las multas instantáneas por exceso de velocidad en las zonas controladas por radar. El infractor –así lo han explicado—digamos que circula a 150 kmph (o sea, kilómetros por hora), pongamos que en el tramo de la A-6 comprendido entre Rueda y Tordesillas (ambas poblaciones pertenecen a Valladolid), dirección Benavente. Pues bien, el radar de zona le saca las correspondientes fotos, de anverso y de reverso. Bueno, pues cuando llegue a su destino (pongamos que Ponferrada) ya tendrá la multa en su domicilio y, llegado el caso, hasta la resta de los correspondientes puntos si se trata de un reincidente.
Para lograrlo, un magno sistema informático, con lo último de lo último de la tecnología digital, se pondrá en servicio en breve –estos ocho meses de los que os hablaba—para pasmo y asombro del mundo entero.
Pero, por lo que deduzco, este sólo será el primer paso en la represión de infractores recalcitrantes. Estoy seguro de que Pere Navarro, el director general de Tráfico, ya debe estar pensando en ganarle tiempo a los conductores excesivamente veloces... Quizá pueda perfeccionar el sistema de marras para, en un primer estadio, lograr que se reciba la multa por exceso de velocidad incluso antes de sacar el vehículo del parking para iniciar el viaje. Luego, pequeñines/as míos/as, en un segundo estadio, las multas por exceso de velocidad podrían llegar cuando uno se compra el coche. Así, de paso, se podrían financiar con el precio del vehículo. Una especie de forfait, vaya.
Pero aún hay más. Porque en el 2008, las multas por exceso de velocidad podrían llegar incluso antes. Pongamos que cuando se obtiene –o se renueva—el carnet de conducir. Mayor celeridad imposible, ¿verdad?.
Aunque el sistema aún podría mejorarse más. Pongamos que a mediados del 2010. ¿Y cómo?, os preguntaréis vosotros. En una doble dirección. Una, que a todo niño y niña de cinco años, tierno/a infante/a hoy, presunto/a infractor/a mañana, se le multe anticipadamente por sus diez primeros años del permiso de conducir. Dos, que al resto de adultos, que se les incluyan las multas futuras en la declaración de renta.
Claro que, puestos a rizar el rizo, tampoco estaría de más que se estableciesen límites de velocidad para ciclistas, patinadores, practicantes de footing, discapacitados en silla de ruedas, y conductores de cochecitos infantiles y, en especial, a los/as usuarios/as de los carritos de la compra en los supermercados. Que el tráfico es algo más que la circulación de vehículos a motor, hombre...