Éste es el último fin de semana que
George W. Bush pasa en la Casa Blanca como Presidente. Después de su última rueda de prensa, de su último informe y de su último mensaje a la nación, el martes, cuando
Barack Hussein Obama tome posesión, ocurrirá algo que muchos estadounidenses han esperado con emoción. Bush volverá a Texas y dejará de dirigir la primera potencia mundial, pero su "goodbye" ha quedado en segundo plano: todo el mundo habla de aviones sobre el río y de fiestas de bienvenida al nuevo Presidente.
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Se trata de unos días en los que pocos están prestando atención en decir adiós al aún Presidente como él esperaría y es que, por un lado, los medios están volcados en tratar la maravilla de amerizaje que consiguió ese piloto llamado
Sully y, por el otro, hay muchos para los que la marcha de Bush es motivo de celebración por todo lo alto, como si el año empezará de nuevo. Resulta que el destino se la ha vuelto a jugar a Bush: se va entre aviones y fiestas en las que no le gustaría estar.
"¡Qué mala suerte la de Bush!", se ha oído decir estos días. El jueves, el que iba a ser su gran día, cuando se iba a despedir de los ciudadanos de su país, va y se cae un avión con 155 pasajeros sobre las gélidas aguas del Hudson. Noticia del año con final feliz: el piloto
Chesley "Sully" Sullenberger consigue salvar a todo el pasaje y evitar una catástrofe en Nueva York. Pero consiguió algo más y fue que el mensaje de Bush quedara condenado a un reducido espacio en los medios de comunicación. Se acaba la era Bush y a nadie le importa.
"¿Has visto a los pasajeros sobre las alas del avión?", de eso es de lo que se habla en Estados Unidos estos días.
De ese "milagro en Manhattan" y también sobre quién acoge la mejor fiesta de este largo fin de semana -el lunes es el día de
Martin Luther King, festivo en EEUU-. No se trata de fiestas cualquiera: pretenden despedir a Bush y más bien dar la bienvenida a Obama. La mayoría de las grandes ciudades del país acogerán decenas de ellas -privadas o en clubes-, en las que con el mismo ahínco se dirá adiós al presidente más impopular de la historia de Estados Unidos como se dará la bienvenida a Obama, ese hombre que, de momento, representa las esperanzas de la mayoría del país. Parece que Bush se va por la puerta de atrás y quedará ver entonces, como tantos republicanos dicen, cómo lo juzgan los libros de Historia. De momento, en EEUU lo tienen claro: hay que pasar página rápido y prefieren hablar de cómo 155 personas han salvado su vida y de cómo decir hola a su primer presidente negro.
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David Valenzuela es corresponsal de
Diariocrítico en Nueva York