El premio Goya a “La buena vida” del chileno Andrés Wood
jueves 12 de febrero de 2009, 12:13h
El prestigioso Premio Goya a la mejor película extranjera le fue recién otorgado a “La buena vida” del chileno Andrés Wood. El filme compitió con destacadas producciones de otros países dirigidas por notables realizadores e interpretadas por famosos actores. El jurado de los Goya estimó que “La buena vida” era la mejor película presentada al certamen. Con este galardón el cine chileno entra definitivamente en tierra derecha y se le reconoce en el mismo nivel que ha conquistado el cine latinoamericano, que ha sorprendido a los cinéfilos por el vigor de sus historias, por su excelencia técnica y artística. Antes solo la cinta “La frontera” de Ricardo Larraín había ganado el premio Goya, tal vez porque significó una ruptura con los negros años de la dictadura y el comienzo de una esperanza.
Andrés Wood es la figura más descollante de una nueva generación de cineastas nacionales. Su anterior filme, “Machuca” ha recorrido el mundo suscitando las mismas emociones y elogios que provocó en Chile en su estreno, en el año 2004.
“La buena vida” está lejos de ser una película espectacular. La integran tres historias que se entrecruzan y cuyos protagonistas son gente corriente, habitantes de un Santiago gris e inhóspito, muy lejos de las tarjetas postales o las visiones turísticas. El propio Wood dice que son historias “robadas a la calle”. La primera se refiere a una profesora abandonada por su marido que enfrenta el embarazo de su hija adolescente y se despide de las esperanzas de rehacer su matrimonio. En la segunda historia, un joven clarinetista formado en Alemania se estrella contra la realidad de su país y no puede cumplir el sueño de ser solista de una orquesta filarmónica. Debe resignarse a tocar en el orfeón de carabineros. En la tercera historia, un peluquero anhela ser dueño de un automóvil pero debe invertir todo su dinero en la compra de una tumba para su padre muerto años atrás. Debe obedecer a las exigencias de su tirana madre.
Estas historias quizás le interesaron al jurado de los premios Goya por la autenticidad de sus personajes, por su intensidad y por el excelente relato cinematográfico.
Paradojalmente “La buena vida” casi pasó desapercibida en su estreno en Santiago. Fue vista apenas por 40.000 espectadores en las salas en que fue exhibida. Ya escribimos en este mismo espacio sobre la escasa recepción que tiene el cine nacional entre sus propios compatriotas. Señalamos en su oportunidad que se debe, entre otras cosas, a la escasa promoción de las películas, al inexistente aparato publicitario, a la nula valorización de producciones que en muchos casos merecían mayor participación. Al parecer la valorización de nuestro cine es mejor en el extranjero. Se dan cuenta que en Chile se está haciendo un cine interesante, novedoso e inquieto y que entre sus realizadores hay autenticas revelaciones. No solo “La buena vida” ha alcanzado reconocimientos internacionales. También han sorprendido películas como “Tony Manero”, “La cama”, “La vida me mata” o “La nana”. Solo una de estas producciones no ha sido estrenada todavía en Chile. Todas las otras han tenido una acogida discreta y fría. Ninguna ha sido un suceso de boletería.
Es de esperar que el premio Goya sirva para conquistar a los esquivos espectadores que todavía no se dan cuenta que el cine chileno es una realidad que merece apoyo. Los chilenos somos nacionalistas retóricos pero que rara vez traducen el chovinismo en reconocimiento y estimulo a lo bueno que tenemos.
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Luis Alberto Mansilla
Periodista