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¡Ésta sí que es una caza!

¡Ésta sí que es una caza!

lunes 16 de febrero de 2009, 19:56h
El lunes, 16 de febrero, saltaba a la opinión pública la sorprendente e indignante noticia: al parecer, los sindicatos policiales SUP, CEP, UFP y SPP denunciaron a finales de enero pasado, ante el Defensor del Pueblo, una supuesta práctica en la que se exigen a estos profesionales del orden identificaciones masivas e indiscriminadas en la vía pública o locales de ocio. Según los citados sindicatos, “siempre en cumplimiento de órdenes superiores…hay que hacer un número determinado de inmigrantes detenidos cada semana”. Estas directrices, remitidas a los agentes de la Policía Nacional, figuraban en un documento interno repartido en la Comisaría de Villa de Vallecas, tras una reunión celebrada el pasado 12 de noviembre. Objetivo: la “caza” de 35 extranjeros esa semana. Era la forma en que pareció decidirse la aplicación de la Ley de Extranjería, para “acabar con la delincuencia”. No queda ahí la cosa: había que alcanzar resultados, hubiera o no extranjeros esa semana por las calles de la zona. "Si no los hay, se va a buscarlos fuera del distrito", precisaba la nota. Y si no se lograban los objetivos, se darían días libres a los agentes para conseguirlo. Y la guinda: objetivo prioritario, los marroquíes. Al parecer sale más barato expatriarles, al contrario, por ejemplo, que a los bolivianos

    El día anterior a esta noticia aparecía otra no menos escalofriante: Rosmery Chávez se ha pasado casi tres días en Barajas sin poder ver y abrazar a su hija Romina, brasileña, 17 años, que fue retenida en el aeropuerto por no llevar ni el dinero ni la documentación suficiente para entrar en España. Su hija, a la que no ve hace cuatro años, estaba retenida en la sala de incomunicados del aeropuerto. Aterrizó el viernes 13 (¡) a las 9.30 en un vuelo de la compañía portuguesa TAP procedente de São Paulo para reencontrarse con su madre. La madre –que vive en Alcorcón con un español, del que tiene un bebé- le había comprado el billete para que pudiera venir a pasar un mes con ella en España. Pero un policía paró a Romina en el control de pasaportes y la llevó a una habitación, donde quedó incomunicada, con el fin de devolverla al Brasil. La pesadilla ha durado tres días, hasta que un juez con cierta humanidad ha decidido el reencuentro con la madre y la no expatriación, eso sí, después de los gritos y pataleos realizados por la chica una vez la habían subido por la fuerza al avión de regreso.

Estos dos hechos sangrantes se producen en la Europa que se dice defensora de la justicia y los derechos humanos. La Europa que no soporta las pateras y las llegadas –siempre nimbadas de tragedias- de africanos y latinoamericanos a los que el Viejo Continente ha explotado, violado, robado y masacrado hasta límites increíbles. Sólo habría que recordar las atrocidades de Bélgica en el Congo, los robos de Francia en Dakar o Costa de Marfil, los campos de concentración alemanes en Nairobi, las excavaciones depredadoras de Portugal en busca del oro de Angola o las cacerías de esclavos en Mozambique, las masacres del Reino Unido en Kenya o Rodhesia y la humillante vergüenza de España en Marruecos y en el Sahara….por poner algunos ejemplos. Y sin extendernos a América Latina, donde los españoles del éxodo y el llanto (que diría el gran poeta León Felipe) de nuestra guerra y posguerra civil, por no retraernos a siglos más lejanos, encontraron acomodo, afecto y un apoyo vital para sus negocios. El ministro del ramo ha intentado negar los hechos. ¡Vergüenza de España (y de toda la cristiana y vieja Europa)! Ayer llegó otra patera a Lanzarote. Los policías de Villa de Vallecas no tendrán que hacer redadas de esta última remesa. Se los ha tragado, una vez más, el mar.
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