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La economía escandalosa

La economía escandalosa

martes 13 de marzo de 2007, 14:50h

La economía de mercado es una figura consagrada en la Constitución, como la propiedad privada o la libertad de creación de empresas y -se supone- de dirección, porque si un emprendedor constituye una empresa pero se la mangonean desde otro poder, la cosa es chunga. Eso es la teoría. La práctica indica que un Gobierno pone en marcha una estrategia empresarial para que una compañía privada –Gas Natural-  se quede con otra también privada –Endesa- a un precio ridículo y cuando tercia otra, en este caso extranjera –EON-, con una oferta muy superior, mueve todos los hilos para que la operación de ésta última no sea posible. Aunque el objetivo de un Gobierno debe ser defender la Constitución –es decir la propiedad privada y los intereses de millones de accionistas- se embarca sin cuartel en la defensa de una opción nacional contra la otra, por cierto europea, que no es lo mismo que extranjera.

Los accionistas tienen derecho y confían ciegamente en que los organismos encargados de velar por el riguroso cumplimiento de las leyes y las reglas del mercado, es decir, la Comisión Nacional de la Energía y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, actúen, investiguen, tomen medidas para evitar abusos y protejan a los accionistas, especialmente a los minoritarios. Pues no parece. Están en otras cosas, entre ellas el Código de Buen Gobierno de las empresas que cotizan en el IBEX. No se puede atender a todos los frentes.

Cuando la resistencia numantina de la empresa opada y la apuesta potente de la empresa opadora parecen haber ganado la batalla a favor de los accionistas, tercia una empresa española que, casualmente, decide hacer negocio y se lanza a comprar acciones en cualquier lugar y a cualquier precio. Y cuando, otra vez, parece claro el camino y se retira el primer opador, una empresa semipública italiana, es decir europea, se reúne casualmente con el Gobierno español, que “intuye” que quiere algo, y también compra el máximo que la ley le permite. No importa que haya una OPA y unos plazos. Como no hay árbitro, no importa el juego limpio o sucio.

¿Y ahora, qué? Si no hay acuerdo, lo más posible es que las acciones se dividan entre tres grupos y que la empresa sea difícilmente gobernable. Es posible que la cotización baje casi al cincuenta por ciento y que los accionistas minoritarios pierdan buena parte de las ganancias, es decir, que lo valía 20 y ahora casi 40 se quede en poco más de 20. Que alguna empresa haga caja, pero no logre el poder y pase cuentas al Poder. Pero también puede pasar que las dos empresas “extranjeras” se unan para salvar los muebles, se repartan el pastel, troceen la empresa y brinden con cava por unos españolitos que se hicieron la guerra entre ellos para dar una patada en el culo a sus políticos. Y al accionista que le den dos euros. En las Escuelas de Negocios ya han empezado a estudiar este caso histórico. Un escándalo.

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