Carod ha emprendido estos últimos meses una carrera de inauguraciones de delegaciones de la Generalitat que sus críticos han bautizado como embajadas. La carrera es contracorriente, porque muchos estados de nuestro entorno lo que hacen es replantear el coste de su presencia exterior. Lo hacen países como Francia, Italia, Reino Unido, Suecia y Austria. Por el contrario, España está en posición de incrementar el número de sus puntos de atención en el extranjero. Y Cataluña, aunque en otro nivel, sigue la estela española. Lo que difiere entre un caso y otro es que en el primero actúa dentro de la normalidad y en el segundo se ve como una clara operación soberanista basada en los símbolos. Desde Cataluña se argumenta que se trata de dar rostro a la autonomía en determinados países o instituciones, no en balde
Pujol se quejaba de que en algunos países confundían la Generalitat con una compañía de seguros de matriz italiana (Generalitat).
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La Generalitat tiene consignados en sus presupuestos 2,2 millones de euros para sus locales en el extranjero, aunque la cifra del coste total de esta operación no se conoce, se aventura que casi tan caros como los alquileres son los sueldos. En este sentido, cada delegación tiene de media unos 8 empleados.
Cinco delegaciones en dos años
La Generalitat ha abierto estos dos últimos años cinco delegaciones políticas en París, Londres, Berlín, Bruselas y Nueva York, y tiene en cartera abrir otras en Buenos Aires, Casablanca, México y una en una capital asiática no revelada. Las delegaciones tienen claramente funciones políticas aunque no son embajadas, sólo los países independientes pueden tenerlas. Y además de éstas, el Gobierno de Catalunya tiene 38 oficinas comerciales.

La apertura a ritmo acelerado de delegaciones de la Generalitat en el extranjero ha sido criticada en Catalunya sobre todo por medios cercanos a la oposición: diarios como
La Razón, ABC o
El Mundo han hecho de los viajes de Carod y los gastos correspondientes, objeto de seguimiento intensivo.
Opinión pública favorable
¿Qué efecto ha tenido sobre la opinión pública catalana?. Pues sólo existe una encuesta que ha preguntado sobre este extremo, es de
El periódico y se publicó el 20 de marzo. El resultado es apretado, pero ligeramente favorable a la actuación del vicepresidente catalán: el 58% de los encuestados se muestra a favor de abrir “
embajadas” catalanas en el exterior. Son los votantes de ERC los más favorables, con un 77%. Le siguen los de ICV-EUiA, con un 61,4% y el PSC con un 61%. En mayoría, pero un poco por debajo de la media están los seguidores de CiU, un 53,7% mientras que contrarios a las actuaciones de Carod son los votantes del PP, de los cuales sólo el 35,5% aprueban las apertura de delegaciones y de Ciutadans, de los que el 10% se muestra favorable a abrir “
embajadas” y el 90% restante contrario.
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Es quizás la crisis lo que hace más antiestética la operación de Carod. Si además se añaden los fastos de inauguraciones, como la de Nueva York en la que acompañaron al vicepresidente
Joan Rigol, de CiU y
Maragall, expresidente de la Generalitat, con sus respectivos séquitos, el escándalo está servido. No obstante, por poner un ejemplo, en Nueva York existen delegaciones de hasta 14 gobiernos autonómicos europeos. Entre ellos, además del catalán, los de Andalucía, Euskadi y Murcia.
Pero a pesar de poder argumentar que otras autonomías también gastan en proyección exterior, la Generalitat parece haber acusado las críticas y con la boca pequeña se ha indicado que Carod frenará el ritmo de aperturas de delegaciones, por lo menos hasta que la crisis deje ver su final.
La vicepresidencia de la Generalitat tiene entre sus competencias la política exterior de la Generalitat. Ello forma parte de la letra del nuevo estatuto, aunque también está sujeta a recursos de inconstitucionalidad.
La proyección exterior de la Generalitat se argumenta también para justificar otras polémicas actuaciones como la promovida el mes pasado por Carod en
Ecuador. En representación del gobierno catalán, el dirigente independentista donó un millón de euros para entidades ecuatorianas. Lo hizo para un objetivo muy querido por Carod: la protección del bilingüísmo en Ecuador, vehiculado a través del proyecto Sasiku. Lo que no se conoce tanto es que el gobierno de Cataluña ha donado otros 9,5 millones de euros a proyectos de educación, enseñanza, mejora de actividades productivas, empleo y derechos humanos. La argumentación que acompaña las donaciones es que la ecuatoriana es la tercera comunidad de emigrantes extranjeros en Catalunya.
CiU, se manifestó en contra de la donación para las lenguas indígenas de Ecuador. Lo hizo el secretario general del Unió,
Josep María Pelegrí, que argumentó la improcedencia de un gasto del tipo citado cuando en Cataluña existen necesidades más perentorias, especialmente a causa de la crisis.