Los políticos madrileños están juguetones. La discusión política ya no es lo único que les ocupa (y les preocupa) y demuestran que, al fin y al cabo, son como cualquier ciudadano, con sus defectos y sus virtudes, con sus filias y sus fobias.
Esperanza Aguirre y
José Blanco, nuevo ministro de Fomento, se llevan ahora mejor que nunca gracias al pacto por las infraestructuras y por eso la presidenta le invitó durante su primera reunión a participar en las celebraciones madrileñas del 2 de Mayo. El ministro, que ya no es ‘Pepiño’, no puede acudir -tiene un compromiso ineludible en una
boda de un familiar de su mujer-, pero Aguirre espera no estar sola y que alguno de los compañeros de Gobierno de Zapatero le acompañen.

No llevarse bien con Aguirre genera
malos rollos entre el PSM y Moncloa. Los socialistas madrileños ya se llevaron una regañina de Ferraz por saltarse los actos del 11-M. Izquierda Unida sí fue y también quiere ir al 2 de Mayo. Eso no significa que
Tomás Gómez, el líder (serio) de los socialistas de Madrid no quiera ser 'amigo' de la presidenta regional especialmente en Caja Madrid. Pero no hasta el punto de invitarla a los actos que celebrarán para conmemorar el alzamiento contra Napoleón en la plaza del Dos de Mayo.
A quien han invitado extraoficialmente es a
Alberto Ruiz-Gallardón, que a pesar de sus tirantes relaciones con Aguirre no piensa acudir. Y es curioso que hayan invitado al alcalde cuando éste está empeñado en
dejarles sin sede ya que no les deja rehabilitar la nueva del Palacio de la Prensa y les quiere cerrar la de Miguel Fleta.
Tampoco juegan juntos el consejero de Sanidad,
Juan José Güemes, y los sindicatos, que le han invitado a ir al juzgado número 20 de los Social -el 5 de junio- por aquello de grabarles con cámara cuando le hacían 'sugerencias' en los pasillos del hospital de Majadahonda. CCOO, UGT y CGT se ríen de que Güemes no sepa que todo el personal del hospital lleva bata, pero Güemes les acusa de disfrazarse para
hacerse pasar por galenos cuando no lo son.
Pelea por un vaso de agua
La Asamblea de Madrid, lugar de sesudas y trascendentes decisiones, también ofrece su vis cómica. A
Esperanza Aguirre le parece muy mal que ya no le dejen tomar agua en su escaño mientras responde a las preguntas de la oposición. Este jueves se enzarzó con
Maru Menéndez (PSOE) e
Inés Sabanés (IU) a costa de un vaso de agua. Y es que la Junta de Portavoces, es decir, Partido Popular, PSOE e Izquierda Unida, han acordado que ya no se podrá beber no vaya a ser que se vuelva a estroperar la tecnología con la que nuestros diputados votan las leyes que nos gobiernan.
Ello se debe a que cuando se votó el dictamen de la 'comisión de los espías', PSOE e IU intentaron poner falta a los populares
Alfredo Prada y
Carmen Rodríguez Flores, que ese día
hacían novillos, con una votación nominal. El PP pensó que no era buena idea y argumentó que prefería votar con el sistema electrónico, pero algún diputado despistado obligó a hacerlo a mano alzada cuando su vaso de agua se vertió (seguramente por accidente) sobre los botones. Aunque en el pleno de este jueves se pusieron muy serios, detrás de las cámaras, en los pasillos, varios diputados bromeaban con el barullo del agua, y eso que en la sesión no tocaba hablar del Canal de Isabel II. Un miembro de la Cámara ponía esta anécdota como ejemplo de que "al final los políticos desmitificamos la seriedad de la política".