Los retos de la nueva delegada

A la nueva delegada del Gobierno en Madrid, Amparo Valcarce, se le ven buenas hechuras, ganas de estar en primer tiempo de saludo a los problemas, sobre todo de seguridad, que tiene nuestra región. Viene de un mundo político bien distinto y ahora se enfrenta a la actualidad amarga de lo cotidiano, es decir, al día a día de las cosas que ocupan e inquietan a los madrileños y que tienen que ver, en primer lugar con la inseguridad que se refleja, aunque no del todo, en las estadísticas oficiales; con la percepción, siempre subjetiva, que cada uno tenemos del estado de la seguridad, porque eso de sentirnos más o menos seguros tiene mucho que ver con experiencias personales o próximas y con la sensibilidad hacia las noticias que a diario nos cuentan lo que pasa, y la mayoría de las veces, lo que pasa no es lo más deseable.

Luego tenemos que hablar de otro problema, el de la movilidad, mejor dicho, el de la inmovilidad a la que con frecuencia se castiga a los madrileños por culpa de las manifestaciones, que son expresiones democráticas, pero que en ocasiones se autorizan si tener en cuenta otros itinerarios alternativos que perturbarían menos la movilidad. La gente tiene derecho a manifestarse, porque lo garantiza la Constitución, pero los demás también tienen derecho a moverse libremente por la ciudad, a no quedar secuestrados, encerrados por el capricho de unos pocos. Arbitrar estos derechos es un reto que corresponde afrontar a la Delegación del Gobierno.

Lo vivido el otro día en el centro comercial Islazul, de Carabanchel, es el ejemplo de que en Madrid se ruedan muchas películas y series televisivas de acción en la calle, con escenas de atracos, atracadores, persecuciones, tiros y violencia, pero lo peor es que a veces el ciudadano no sabe si le ha pillado por sorpresa un rodaje, o es que se está producido en vivo y en directo un atraco de cine y puede ser figurante en situación de riesgo sin quererlo, incluso ser víctima de esa delincuencia que atraca y ataca a plena luz del día.

Al día siguiente volvió casi a repetirse la historia en otro centro comercial, en Getafe. La nueva delegada del Gobierno debe ser consciente de que esto existe, que no se trata de emplear la demagogia y establecer discusiones políticas sobre la seguridad, sino de ser consciente de que está ahí, a la vuelta de la esquina, en un centro comercial o en aparcamiento público.