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Desde su atalaya, en el centro de estudios Brookings Institution, el doctor Carlos Pascual se ha convertido en uno de los hombres que han oteado el futuro para la administración del presidente Barack Obama, a quien ha recomendado restaurar el liderazgo de EU a través del multilateralismo y la reconstrucción de alianzas con socios como México para encarar los retos de la inestabilidad económica, la pobreza, el cambio climático y otras amenazas que no conocen fronteras. Considerado como uno de los diplomáticos de carrera mejor experimentados en temas de transición, Carlos Pascual ha plasmado sus ideas a través de varios documentos y memorándum dirigidos al presidente Obama, quien lo postuló ya oficialmente, su próximo embajador en México.
Eterno trotamundos de la diplomacia, Carlos Pascual, hace algunas semanas se encontraba en Asia en momentos en que la administración Obama le imaginaba despachando próximamente desde las oficinas de la embajada en Paseo de Reforma. En el Instituto Brookings, donde funge como vicepresidente y director de asuntos internacionales, sus trabajos son considerados como piedra de toque de muchas de las ideas que la administración de Barack Obama ha postulado en el inicio de una era donde el unilateralismo y la militarización de la política exterior han quedado en desuso: “El siglo 21 estará definido por amenazas que no conocen fronteras: la crisis financiera global, la proliferación nuclear, la pobreza, el terrorismo y el cambio climático”, aseguró Pascual en un memorándum dirigido al presidente Obama el pasado 15 de enero.
“Y ninguna nación, incluyendo a EU, puede encarar por sí sola estos desafíos transnacionales. Por eso, para proteger la seguridad nacional de EU en un mundo interconectado, usted y su equipo de seguridad nacional tienen que revitalizar el liderazgo americano y edificar una cooperación internacional y alianzas efectivas”, le comentó Pascual a Obama en un documento que adelantaba la reconfiguración de toda la política exterior. A sus 50 años, Pascual es un intelectual de posturas internacionalistas que cree en la necesidad de refundar las instituciones que emergieron en Breton Woods. Además, es un firme defensor de la ampliación del denominado grupo del G-8 a países como México, la India, China, Brasil y Sudáfrica, desde el convencimiento de que las viejas costuras de los organismos y grupos han dado de sí ante la complejidad de problemas y conflictos que sólo podrán resolverse con el concurso transnacional.
Egresado de las universidades de Harvard y Stanford, Carlos Pascual, de origen cubano, ingresó al servicio exterior en 1983 y ocupó distintos puestos en países como Sudán, Sudáfrica, Mozambique y Ucrania antes de escalar posiciones y convertirse en miembro del Consejo de Seguridad Nacional durante la administración de Bill Clinton y, a partir del 2004, en responsable de la Oficina para la Coordinación de la Reconstrucción y la Estabilización, una entidad creada por el Departamento de Estado para trabajar con las naciones que se desmembraron de la antigua órbita soviética tras el fin de la Guerra Fría. Precisamente, su experiencia en procesos de transición en países que salían del yugo totalitario mientras coqueteaban con la guerra civil o emergían con nombres y banderas distintos en medio de fronteras desdibujadas, le convirtieron en un convencido de la opción política antes que la militar para salir al paso de las conflagraciones regionales que castigaron a la Europa del este.
Recientemente, durante una serie de audiencias celebradas en el Congreso, Carlos Pascual se convirtió en uno de los pocos diplomáticos de carrera en defender una salida política y negociada para la guerra en Irak: “Si algo ha quedado claro después de cinco años de guerra en Irak, es que una fuerte estrategia militar apuntalada con mediocres gestos de reconciliación política, no podrán traer consigo un Estado pacífico y viable”, aseguró Pascual en marzo del 2008 en una audiencia ante el Congreso, en lo que fue una crítica feroz contra la guerra de la administración de George W. Bush en Irak. Carlos Pascual es, finalmente, un firme convencido del libre comercio, de la necesidad de combatir el calentamiento global y la pobreza. Elementos que, según sus propios escritos, considera indisociables de una agenda para el desarrollo en el siglo 21.