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Rajoy coloca sus fichas

lunes 22 de junio de 2009, 22:29h
Antonio Molina era un visionario. Ya lo decía su copla: “tripitiendo me doy una maña, que no hay en España quien tripita mejor”. Obviamente la letra de Molina no era así. Obviamente la palabra ‘tripitir’ no existe en el Diccionario. Aceptemos como definición que tripitir puede consistir en repetir tres veces aunque una acepción a medio camino entre la política y la mala leche nos aporte matices mucho más puñeteros. Tripitir: tragarse el sapo de mantenerse como aspirante en el puesto actual para apartarse del camino del jefe.

Así que una vez aceptadas nuestras dos primeras limitaciones y nuestra dosis de mala uva, nos toca aceptar otras. Por ejemplo: el alcalde y la presidenta aceptan a regañadientes repetir como candidatos en mayo de 2011 cada uno en su casa y Rajoy en la de todos. Gallardón acepta a repetir como candidato en Cibeles y Aguirre da el “si quiero” a repetir como candidata en Sol. Eso es tripitir.

Es curioso. Normalmente es el partido aspirante, el que está en la oposición, es el que primero mueve ficha a la hora de planear un asalto al poder municipal o regional. Pero ‘Madrid is different’: aquí el primero en mover ficha ha sido el Partido Popular. Bueno, más exactamente el presidente del PP Mariano Rajoy. Ha movido sus dos principales fichas en Madrid -  ¿la reina y el alfil? - acorralándolas hasta la casilla en la que no había enroque posible: o aceptas o aceptas. Y si no ¡jaque!. Por supuesto habrá quien diga que queda todavía la nominación oficial y seguramente esa, en el caso del PP, sea posterior a la del Partido Socialista de Madrid. Pero no deja de ser llamativo que a 23 meses - ¡23 meses! – de las elecciones sepamos a ciencia cierta quienes van a ser los candidatos del partido en el gobierno y no sepamos quienes van a ser los de la oposición. Y eso que la oposición se había propuesto adelantar ‘el golpe’ para reforzar a sus aspirantes.

Por lo tanto el panorama es el siguiente: Gallardón acepta con la boca pequeña ante un posible futuro mejor – llámelo pacto – en el 2012 en el que pueda renunciar a la alcaldía para acompañar a Rajoy en su ‘última’ batalla. Si gana, será su lugarteniente. Si pierde, será su enterrador. Y Aguirre acepta con la boca de piñón porque las cuentas en el ábaco ya no le cuadran: no le cuadraron hace un año, así que después de unas victoriosas gallegas y después de unas más victoriosas europeas, a ver quien le tose al de Pontevedra. Lo que sucede es que en el caso de Aguirre el pacto no está nada claro: ¿qué futuro espera a Aguirre en el 2012? Ella no puede ser diputada y presidenta. Tendría que elegir. Lo que nos devolvería a enero de 2008, aquel incierto mes en el que una charla y una reunión en el ascensor puso a cada uno en su sitio. A Rajoy al mando, y a sus dos piezas, que a veces parecen simples peones, en sus despachos. La historia a veces se repite. Esperemos que esta vez no de un respiro.
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