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Mas paceña que el chuño. Tipica cochala

Mas paceña que el chuño. Tipica cochala

lunes 13 de julio de 2009, 16:20h

En efecto, nadie puede negar que La Paz es una ciudad andina; y como tal subsistirá. Así nos lo asegura el espíritu rector que habita la montaña.

Esta ciudad no se verá desvirtuada; no dejará de ser lo que es.

No morirá. Cosa tal no ocurrirá, sino con la desaparición del último paceño sobre la tierra —y perdónesenos la vehemencia.

(Jaime Saenz, Imágenes paceñas)

En 1987, cuando todo el mundo andaba abrigado, yo lucía solerita haciendo gala de mi cochabambinez. En verdad me congelaba porque no tenía chompa y odiaba el frío. Cada viernes por la noche tomaba urgente el último bus de la flota Bolívar rumbo a la “llajta” y suspiraba con alivio. Cuántas veces en estos 22 años habré recorrido ese camino, todavía de tierra Caracollo-Confital. Universitaria primeriza, residente leeejos, aprendí a tomar trufi y minibús, subiendo y bajando la ciudad. “No hay camba que no sepa nadar como no hay paceño que no sepa tomar taxi”, bromeaba mi viejo, chucuta de pura cepa, cochabambinizado por matrimonio y porque sí. Porque los nómadas se mimetizan. (Aunque claro, cada 16 de julio encabezaba la marcha de teas de los residentes paceños, por ejemplo, en Santa Cruz). Por eso yo, siendo cochala, hace dos décadas que soy más paceña que el chuño.

La Paz es una mujer difícil a la que hay que aprender a amar. A veces es amor a primera vista, aunque siempre con cautela. Su belleza no es típica. Es más compleja. Es una combinación de geografía con carácter. Una geografía montañosa desafiante y un carácter doble que marca su particularidad: la sobriedad andina y la multiplicidad de procedencias de su gente. La Paz está hecha de todos los bolivianos. La Paz es de todos los bolivianos. Por eso ésta es básicamente una ciudad generosa.

Probablemente muchos discrepen conmigo, pero de veras no recuerdo haber escuchado eso de “camba de mierda” en La Paz (dependerá de la experiencia propia, no sé). Lo que sí recuerdo es casi un rito juvenil cochabambino que recibe al paceño con una puñeteadura. “Es que los paceños bien hechos a los putas son”. Eso sí. Porque lo que sí escuché en La Paz es eso de “camba opa”.

Y es que, efectivamente, el carácter paceño se ha moldeado bajo el ala de la plaza Murillo. El centro del poder político, el ombligo nacional que mira al país desde arriba y le dice opa. Hasta que sucedieron las contundentes protestas “medialuneras”. Y La Paz, como el país mismo, cambió. Es más, La Paz ha sufrido fuertes sacudones en ambos lados: su benevolencia y su ego.

Todavía el año 2003 yo trabajaba en El Alto tranquila. Desde el 2006, es cada vez más difícil. No sólo por la “enemistad” hacia los periodistas, sino porque el color de piel y la corbata, paceña por excelencia, le han dado la razón a eso de “camba o gringo de mierda”, que sí he escuchado en actos políticos, traicionando así el verdadero carácter paceño-alteño.

Como estamos de festejo —más allá de las discusiones históricas y de mis tátara abuelos guerrilleros—, asumiré que la mala onda responde a la coyuntura política. Y desearé que el ego disminuido sea también un gesto generoso porque los paceños bolivianos, que hemos compartido siempre, lo seguiremos haciendo.

* Comunicadora

Cingalesa@hotmail.com

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