Además, la Policía desmanteló un laboratorio equipado para la manipulación de droga en la localidad de Getafe, próxima a Madrid.
La droga había sido transportada por vía marítima bajo la modalidad denominada "gancho perdido" que aprovecha un envío legal para introducir y transportar la sustancia prohibida, lo que ahorra a los narcotraficantes la logística necesaria y dificulta cualquier investigación.
El envío se realizó desde La Guaira, en Venezuela, con escala en Cartagena, Colombia, y con destino al Puerto de Valencia (en la costa este del Mediterráneo), donde fue interceptada.
Los agentes descubrieron que uno de los precintos del contenedor estaba roto y una vez confirmada la presencia de droga en el interior, en dos sacos de lona con multitud de pequeños paquetes de cocaína, se estableció un dispositivo para detener a los responsables del transporte, recepción y posterior distribución del estupefaciente.
Los arrestos se produjeron en la localidad madrileña de Perales del Río el 16 de julio.
Fueron detenidos tres colombianos, uno de ellos el cabecilla de esta "organización estable de narcotraficantes", que llevaba cuatro años fugado de la cárcel, con documentación falsa y había sido condenado también por delitos de narcotráfico en Palma de Mallorca, según las fuentes policiales.
Para el éxito de la operación fue clave la colaboración ciudadana, que puso a la Policía sobre la pista de que un ciudadano sudamericano realizaba "extrañas actividades", recibía constantes visitas de ciudadanos colombianos y poseía un alto nivel de vida sin tener una actividad laboral reconocida.
El contenedor en el que se transportó la droga desde Venezuela tenía una carga declarada legalmente de muebles y diferentes enseres de una mudanza.
Según las fuentes, la droga había sido comprada a los proveedores a 29.000 euros el kilogramo (41.200 dólares).