Representantes de municipios, autoridades políticas y cívicas de Beni y Pando realizaron ayer un cabildo en la ciudad de Riberalta y definieron que no aceptarán que el Gobierno colonice el norte amazónico con personas del occidente del país. Pidieron que las tierras sean dadas a los nativos del lugar y exigieron un referéndum en ambos departamentos para que la gente decida si quiere o no colonos en la zona.
La realización de este cabildo rompió la tranquilidad de la capital de la provincia Vaca Díez. Ayer, a la 1:00, unos 100 afines al Gobierno tomaron el aeropuerto capitán Selín Zeitún López y el aislamiento de la zona fue completado cuando, por la mañana, unas 50 personas tomaron la tranca del camino que comunica con Guayaramerín. La consigna era impedir la llegada del prefecto de Beni, Ernesto Suárez, que venía a reunirse con varias autoridades y dirigentes de Beni y Pando, que tenían una sola idea: defender el norte amazónico contra la colonización con campesinos del occidente planteada por el Gobierno.
A las 9:00, José Agustín Vargas Ribera, subprefecto de la provincia Vaca Díez, fue al aeropuerto con la intención de despejar la pista. Los insultos no se hicieron esperar antes la presencia de la autoridad. Carteles con mensajes, como: “Prefecto, despójese de sus latifundios” o “No divida la Amazonia”, se intercalaron con las palabras del dirigente de los zafreros Alfredo Rodríguez, que dijo: “Queremos que se den solución a nuestros problemas. Queremos que la Amazonia sea repartida en partes iguales”. Luego, sus compañeros empezaron a gritar: “Por qué se oponen que vengan más bolivianos a poblar el departamento”.
Con la misión frustrada, el subprefecto salió del aeropuerto. “Es un tema político. No hay coherencia en sus peticiones”, dijo la autoridad, mientras que en la ciudad diferentes comisiones, como zafreros, mototaxistas, miembros del comité de vigilancia y consejeros departamentales, trabajaban en diferentes resoluciones. Para ese entonces, uno de los secretos mejor guardados era saber si llegaba o no el prefecto a Riberalta. Muchas especulaciones se tejieron y sólo se descubriría la verdad hasta el final de la tarde. Fueron horas de relativa tensión, en los que el pueblo no alteró su rutina.
Ya para las 15:00, el local Armagedón se convirtió en el punto de reunión y el inicio de la anunciada caravana. “Queremos que las tierras primero sean repartidas entre los dueños de casa”, afirmó Ramón Ibáñez Rivera, ejecutivo de la federación de mototaxistas, al referirse al tema que, poco a poco, reunía más seguidores. Allí se dio lectura a siete resoluciones que prepararon las diferentes comisiones. Todas coincidían en que se “rechazaba toda invasión, avasallamiento y colonización impuesta por el Gobierno nacional en los departamentos de Pando y Beni”.
La resolución de las Asociaciones Municipales de Beni y Pando, por ejemplo, daba cuenta de que la medida no se aceptaba por “no cumplir con las normas y procedimientos establecidos en la Constitución Política del Estado, que permita la participación de los gobiernos municipales y actores locales, como planes de uso de suelo y otras normativas de conservación y aprovechamiento racional de la tierra, flora y fauna”. En la reunión también se anunciaron medidas radicales, como bloqueos y huelgas de hambre, y otras más conciliadoras, como establecer un registro único para los futuros beneficiarios locales, crear comisiones agrarias en ambos departamentos e instruir a sus brigadas parlamentarias que tomen cartas en el asunto.
Leídos los documentos, la caravana se inició. Miles de personas subidas en camiones, camionetas y motos formaron una larga fila que tomó las principales calles del pueblo, hasta llegar al aeropuerto. A las 16:45, con los ánimos caldeados, la gente empezó a decir: “Queremos el aeropuerto libre”. Y así, los mototaxistas entraron a la pista de aterrizaje, donde los manifestantes (que eran menos que en la mañana), los esperaban. “Esto no es Pando, sino Beni”, dijo a la rápida un riberalteño, seguido de muchos otros pobladores. Los enfrentamientos fueron detenidos por más de 30 uniformados, encabezados por el coronel Freddy Bobarin, que pedía evitar la confrontación. Una parte de la caravana siguió su curso, mientras la otra resguardó el aeropuerto. Les dieron un plazo de diez minutos al coronel Bobarin para que todo sea despejado. Para cuando la hora se acercaba, alguien gritó: “Llegó Ernesto”. Y enseguida, la gente, subida en motos, desalojó el aeropuerto. Para Bobarín, la toma de la pista fue totalmente pacífica.
Para las 18:30, Ernesto Suárez, acompañado del senador Walter Guiterra y el alcalde de Trinidad, Moisés Shriqui, entre otros, entraba a la plaza principal de Riberalta. Acompañado de sus seguidores dio la vuelta por el centro de la ciudad y luego se subió a un camión, en una improvisada tarima, donde emocionado dijo: “Beni no se va a dejar. Quiero agradecerles porque no respondieron. Aquí estamos sin que se haya derramado sangre. No serán ellos los que nos prohíban venir. No caeremos en sus provocaciones. Es en las urnas donde vamos a derrotarlos. Les vamos a dar tunda (en las elecciones del 6 de diciembre) para que sepan que aquí no tienen cabida”.
Ya entrada la noche y después del discurso de Suárez, siguieron las palabras de varias autoridades, que, al igual que el prefecto beniano, recordaron a Leopoldo Fernández. Ni bien su nombre era pronunciado, la gente estallaba en aplausos.