Las elecciones locales de Catamarca y Entre Ríos empezaron a probar el dispositivo de “catch-all” que ha construido el oficialismo nacional. A la diversidad del kichnerismo se suman aquellos que sin estar disciplinados, no quieren ser adversarios plenos.
A la oposición resta, frente al extendido espacio oficial, hacer política en compartimentos acotados y separados. Por ahora, sólo han logrado algunos acuerdos tácitos, que seguirán siéndolo según los resultados electorales que se vayan dando.
A Lavagna le convenía que Macri se bajara, y que también Carrió se definiera por la competencia porteña para forzar la polarización. Lo primero se cumplió, pero ahora la ex diputada se agrega a la competencia presidencial.
López Murphy, incorporado también a la contienda, hostiga de hecho el acuerdo de Macri con el lavagnismo. La oposición es frágil como el cristal, y esto refuerza la convicción plebiscitaria del oficialismo.
Veamos los números a la fecha: al fraccionarse la oposición, el abismo que hay entre el primero y el segundo (sea este Carrió o Lavagna), es mayor a cuarenta puntos. Si va Cristina Fernández de Kirchner, la diferencia disminuye a unos 24 puntos aproximadamente. El primero es un plesbiscito, y el segundo un triunfo amplio.
Una parte de la oposición, expresada Macri y Lavagna, ha bifurcado su presencia y táctica. Una consiste en apuntalar lo que se tiene y desde allí construir en expansión una alternativa nacional, como hace Macri. El candidato, fuerte en la Ciudad de Bs.As, tiene que romper con la profecía de la segunda vuelta. Y la otra consiste en disputarle a Kirchner directamente la presidencia.
Todos son esfuerzos individuales, que no suponen una alianza opositora programática, sino más bien acomodos electorales. No son los acuerdos entre Macri y Lavagna, ni entre aquel y López Murphy, una promesa de alternanc ia, por el momento.
El principal obstáculo de los adversarios al oficialismo proviene de que la mayoría de la ciudadanía no quiere cambiar de gobierno. Esto es tan fuerte, que errores del propio gobierno, a veces muy evidentes, no logran mellar la intención de voto a la actual administración.
Lavagna logró sumar a los partidos provinciales. A pesar de esto, le falta anclaje con el voto de quienes tienen buena imagen de él, pero no lo perciben como presidente.
La oposición además, tendrá una tarea adicional: competir entre ellos para definir quién será lider de la oposición después. Un triunfo de Macri, en la Ciudad de Bs.As., en la fatídica segunda vuelta para él, lo colocaría prácticamente encabezando el espacio de la oposición.
Lavagna, Carrió y L.Murphy suman por ahora, alrededor de un 23% del electorado. El objetivo individual es llegar al 30%, lo que exhibiría una fuerza electoral a tener en cuenta. Pero, el espacio es muy angosto para que alguien se desprenda del pelotón.
Así como el resultado favorable en las legislativas de octubre del ´05 estuvieron alrededor del 40%; hoy el objetivo del oficialismo es superar el 50% y consolidar el dominio. Con el presencia de Scioli en la provincia de Bs.As. se fortalece el voto oficialista en el principal distrito electoral.
Todavía hay incertidumbre en la Ciudad de Bs.As., a pesar del prometedor crecimiento de Filmus, que ya lo coloca en segundo lugar. Santa Fe sería uno de los ejemplos en que el kichnerismo no triunfaría, pero Binner no quiere hacer oposición total. Y en Córdoba tiene posibilidades un kichnerista no alineado. Mendoza todavía está sin definirse.
La evolulción positiva de la economía y las expectativas de la población son los principales factores para no cambiar. Pero hay uno, que se aprecia en la subjetividad colectiva. Este es un gobierno que gobierna, y no es casual, que cuando indagamos a la población sobre el recuerdo del presidente anterior a Kirchner, una proporción importante de la población mencione a De la Rúa y no a Duhalde. Y se debe a que ha quedado más impregnado en la mente, por su dramaticidad, su frustración, el gobierno del dirigente radical, que la transición posterior. Por eso Kirchner con su estilo, contrapone lo que la memoria colectiva repudia. Estamos hablando del promedio país, y no de un costado de la sociedad que rechaza los sermones presidenciales; y no tiene empatía con la Senadora.
Por delante, habrá una intensa campaña electoral nacional, y la oposición intentará quebrar lo que los números profetizan como inevitable.