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“¡Que se rinda su madre, carajo!”

“¡Que se rinda su madre, carajo!”

miércoles 11 de abril de 2007, 21:23h
“¡Que se rinda su madre, carajo!”, es una frase que aprenden los escolares bolivianos desde muy pequeños. Pero pocos piensan en lo que significa.

Al recordarla esta semana en Chile, se ha puesto de actualidad, pero sigue siendo una frase hermética. Se aclara algo cuando se menciona a quien la pronunció: el ingeniero boliviano Eduardo Abaroa, cuando fue encarado en 1879 por los soldados chilenos que iban a ocupar la localidad de Calama.

Fue, por lo tanto, la valerosa expresión de un hombre que sabía que iba a morir. Pero no de cualquier manera. Iba a morir en forma heroica. Y eso le garantizaba pasar a la historia. De ahí la trascendencia y el valor del homenaje que le rindieron a su memoria los más altos mandos de los ejércitos de Bolivia y de Chile.

Frases como éstas, como lanzadas para el bronce, abundan en América Latina. Pero lo importante es que ellas vayan cayendo en tierras fértiles para levantar grandes empresas. Más de un siglo después de su muerte, Abaroa puede llegar a ser un símbolo de la fraternidad y la integración de dos pueblos hasta ahora separados por temas del pasado.

Si se mira hacia delante, hacia el futuro, y no hacia atrás, se descubre que el valor demostrado por el héroe boliviano ennoblece a su pueblo, pero también a Chile y a los demás pueblos de América Latina.

El futuro pasa, en el siglo XXI, por la integración internacional. Lo está haciendo Europa que, tras tantas décadas de guerras y enfrentamientos, trata de avanzar ahora tras una sola bandera.

En nuestro continente faltan, probablemente no décadas, sino algo más, para empezar a recorrer el sendero de la unidad que predicaba Simón Bolívar. Pero el acto realizado en Calama, con asistencia de los ministros de Defensa y los máximos jefes militares de ambos países, es un paso hacia delante.

Paralelamente, los gobiernos de Chile y de Bolivia han elaborado una amplia agenda de temas para debatir y resolver. Entre ellos se incluye la demanda marítima boliviana. No hay aún pronunciamientos definitivos. Pero es bueno que las cosas se ventilen y se discutan.

En el interior de nuestros países hace falta también que se imponga un espíritu unitario y de entendimiento. La democracia permite que las discrepancias puedan manifestarse y superarse. Pero es necesario conseguir instantes de consenso que permitan construir un futuro mejor.
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